| miércoles, 14 de julio de 2004 | ¿Cómo es un día de Gallego en Necochea? Por su forma de ser tan retraída, Américo Rubén Gallego se convirtió en un personaje muchas veces indescifrable hasta para aquellos que conforman su círculo más íntimo.
Pero en una época en la que los periodistas suelen tener acceso a la vida de los personajes públicos, cuando surge alguien con un perfil tan reservado como el Tolo, se empiezan a tejer historias.
Pese a que no resulta sencillo seguir los movimientos del técnico de Newell's cuando no está dedicado a full a sus funciones en Necochea, sobre todo porque se lo ve poco y nada, la idea de estas líneas es inmiscuirse en su mundo interior y contar, a modo de anécdota, cómo transcurren sus días, qué hace en sus contadas apariciones por el hall del hotel y cómo es su relación con el grupo y la prensa.
De movida, vale aclarar que Gallego no es de los entrenadores que en plena pretemporada acostumbran a hablar con todos. Ni siquiera se sienta a tomar café con sus ayudantes en las sobremesas y mucho menos, les soba el lomo a los periodistas para preguntarles qué salió en el diario o qué escucharon en la radio sobre algún tema en particular.
Todo lo contrario, el diálogo es acotado, justo y necesario para aportar datos relacionados a la coyuntura y nada de esas largas charlas para repasar anécdotas futboleras que siempre aceitan las relaciones entre cronistas y protagonistas cuando se está tanto tiempo lejos de Rosario.
Las únicas veces que se lo observa caminar sin mostrar indicios de que está pensando en el equipo es cuando baja las escaleras y se interna en el comedor para desayunar, almorzar, merendar o cenar. Si el almuerzo es a las 12, cuarenta minutos más tarde, como todos los jugadores, él también sube a descansar junto a los muchachos hasta las 14.40, horario en que todos tienen que despertarse para comer algo antes del entrenamiento vespertino. Eso sí, casi nunca entra al comedor si todos los jugadores no lo hacen antes. Quiere que nada esté fuera de lo preestablecido y una de sus máximas es hacer proselitismo con el ejemplo.
De esa manera evita mirar por encima del hombro a sus semejantes, por más que algunas actitudes lo delaten como un tipo aliado a la soberbia. Según cuentan, aquellos que lo conocen como si lo hubieran parido, que el conductor leproso no se suelta por timidez y aversión a la exposición desmedida. Por eso también da la sensación de ser un maleducado cuando se cuelga y pasa al lado de alguien y ni siquiera lo saluda. Esta acción, por estos lados, es moneda corriente.
Otro atributo que el DT trajo a la costa es el de la obsesión por las cosas bien hechas, que de tan bien hechas a veces molestan. Cuida tanto la integridad del grupo que cualquier mirada extraña que descanse sobre los jugadores lo transforman de tal modo, que el pobre de Daniel Carmona es el que tiene que asimilar la recriminación. Pero es sólo un segundo, el secretario rojinegro lo entiende, lo contiene y gracias a su rapidez para solucionarle cada pedido hace rato que se ganó la total confianza del Tolo.
Los entrenamientos también son un ámbito en donde el conductor sembró sus tendencias. No hay práctica posible sin que el Tolo no se despache con alguna declaración estridente, de esas que despiertan las sonrisas de cualquiera. Por ejemplo ayer, en la cita de la tarde, Guillermo Marino se erró un gol increíble y Gallego le dijo para el recuerdo: "Guille, decíme, ¿a vos no te gusta hacer gol (sic), no?". Otra: Manso, Marino y Capria toquetearon en el medio de la cancha y el Tolo embalado agregó: "Así, muchachos. Si no juegan ustedes tres, quién va a jugar, yo".
Retrato de un técnico que desde que llegó a Rosario se ganó el mote de ogro por mérito propio. Aunque en esta semana de convivencia más descontracturada en Necochea haya mostrado alguna hendija por donde entrarle a su blindada personalidad. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Gallego,un personaje muy particular. | | |