| domingo, 11 de julio de 2004 | Los heridos que vuelven del silencio y del miedo al cesar los tiros en Tablada Hace 10 días apresaron a personas vinculadas a una saga de violencia en el barrio. Y ahora surgen casos de vecinos baleados que callaron por pánico a la pandilla y a la protección que le atribuían a la seccional 16ª Eduardo Caniglia / La Capital Ahora que Guillermo Torombolo Pérez está preso, las víctimas de sus andanzas sienten menos ataduras para contar las pesadillas que sufrieron. Una porción de vecinos del barrio La Tablada mantenían la boca cerrada no sólo por el miedo que provocaban las cruentas acciones de Torombolo y de sus socios. Consideraban inútil denunciarlas, por el convencimiento de que la pandilla, que recorrían las calles exhibiendo armas de fuego y resolviendo a los tiros sus diferencias con sus contendientes o sus víctimas, gozaba de la tolerancia de la comisaría 16ª.
Los habitantes de la zona de Colón y Centeno estaban entonces -y aún lo están- aterrados porque Torombolo, el líder de la banda, eran beneficiarios de una doble protección: la de su padre, el sargento de la policía rosarina Héctor Guillermo Mortadela Pérez y de algunos empleados de la comisaría de Ayacucho 3350. Hace dos semanas el jefe de esa seccional, Francisco Haro, fue desplazado de su cargo justamente a raíz de estos planteos.
El entramado en el que está involucrado Torombolo, un muchacho de 20 años que a veces exhibía "buenos modales" en el trato diario con algunos vecinos, comenzó a desnudarse el 23 de junio pasado. Ese día Sergio Romero, un hombre de 39 años, murió como consecuencia de un balazo que había recibido 16 días antes en el cruce de Necochea y Presidente Roca. Romero ya había estado implicado en otro episodio violento: la madrugada del 25 de mayo pasado fue presa de una patota al salir de un boliche de Tucumán y Mitre para robarle algunas pertenencias.
El paso de los días dejó al descubierto que aquella paliza en el boliche era fruto de una desinteligencia ligada a tráfico de estupefacientes. Y que en la disputa aparecía implicada la banda liderada por Torombolo. "Esto fue un ajuste de cuentas por una cuestión de drogas", dijo un habitante de La Tablada. Y el informante apuntó a los miembros de la pandilla de Torombolo como quienes golpearon a Romero.
Rociados con plomo El homicidio de Romero fue el episodio más violento de la saga protagonizada por la pandilla. Pero ahora surgen los casos de tres personas baleadas en el barrio que allegados a las víctimas adjudican, con contundencia, a las huestes de Torombolo. Casos nunca asentados en las actas de la 16ª. Dos muchachos y un nene de ocho años resultaron heridos en diferentes circunstancias. En la noche del 8 de marzo pasado, R.C recibió 23 balazos cuando circulaba en bicicleta por la esquina de Presidente Quintana y Chacabuco. Iba hacia la casa de Sergio Romero, ubicada en Necochea al 3800, cuando Torombolo -afirma- le descerrajó los tiros. Los dos muchachos viven en dos casas separadas por pocas cuadras y se conocían bien cuando ocurrió el ataque. Nadie explica qué llevó a semejante lluvia de tiros.
Los proyectiles dieron de lleno en las piernas de R.C. y el muchacho estuvo 16 días internado en el Hospital de Emergencias. La balacera le dejó secuelas. Ahora camina con dificultad con su pierna derecha. Además del inconveniente físico, R.C. perdió su trabajo en el puerto. El joven vive en una de las manzanas de Centeno al 100 y algunos vecinos recordaron el paso desafiante de Torombolo por la cuadra mostrando un arma de fuego.
El caso no fue denunciado por R.C. por temor ante las posibles represalias. No obstante, el destacamento policial del Heca debió registrar el incidente al ingresar el herido. "Tenemos mucho miedo. Vos nos sabés lo qué es capaz de hacer ese tipo. Además no podíamos hacer nada porque la comisaría lo protegía", dijo con resignación alguien que padeció los ataques del líder de la banda que asolaba a La Tablada.
Cuando R.C. guardaba reposo en una cama del Heca, otro muchacho quedó atrapado en un tiroteo entre dos bandas. Uno respondía a las órdenes de Guillermo Pérez. En la madrugada de un sábado no precisado de marzo, Juan Camaro estaba en la vivienda de sus suegros, una casa de pasillo de Chacabuco al 4000, cuando un plomo le atravesó el pecho. "Estaban unos pibes en una esquina. Pasó un auto y empezaron a los tiros con estos chicos. El estaba de espalda y una bala perdida lo hirió", explicó a La Capital Lorena, su cuñada.
Otra víctima de la pandilla es un nene de ocho años. Cuatro meses atrás, un proyectil lo rozó cuando un ventarrón de balas sopló en la esquina de Colón y Biedma, a dos cuadras de la casa de Torombolo (Necochea al 3800). Miriam González es la tía de Brian González, que vive con su familiar en una casa de Colón al 3700. "Un grupo de pibes venían en una moto por Colón y otros chicos en una bicicleta por Biedma. El nene fue a comprar una gaseosa al quiosco cuando empezaron a los tiros en el descampado de la esquina. Yo no pude salir. Mi sobrino llegó corriendo y me dijo «tía están tirando cohetes»", comentó Miriam.
A Brian le explicaron que los estampidos que había escuchado eran tiros. Pero no advirtió que él mismo había sido alcanzado por un proyectil. El pibe fue al baño con un primo y, un rato después, la mujer lo encontró allí temblando. Le levantó la remera y vio que tenía hinchada la zona intercostal. La tía del nene supuso lo ocurrido. Desesperada, lo llevó al Hospital de Niños.
Allí los médicos comprobaron que sólo tenía un "raspón". Para Miriam, los enfrentamientos a balazos entre la banda de Torombolo y otras pandillas rivales son moneda corriente, aunque dijo ignorar los motivos de las disputas.
Miriam denunció el episodio en la comisaría 16ª, pero los uniformados de esa seccional no lo investigaron. "A mi casa no vinieron. No podíamos acusar ni denunciar a nadie porque (los efectivos de la 16ª) no hacían nada. A veces ellos estaban en la esquina, pasaba el Comando y ni siquiera se paraban", recordó.
La pandilla no sólo asolaba a la barriada con sus episodios violentos sino también con robos. A un almacén de Colón al 3500, según contó Miriam, los saquearon. "Yo tengo miedo cuando vuelvo de noche de la escuela porque ellos están agazapados en la oscuridad", se quejó.
Después de ser herido, a Brian lo atendió una psicóloga en el dispensario del barrio, pero todavía no superó el mal trance. El recuerdo de lo que pasó en aquella tardecita de marzo lo acompaña. "Tiene miedo de salir de noche", contó.
La agitación sufrida por los habitantes de La Tablada parece reflejarse en un comentario que pronunció Torombolo en el penal en el que está detenido. "Cuando nosotros salíamos a la calle, las viejas se metían adentro porque era seguro de que en cualquier momento iba a haber tiros". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Miriam dijo que a su sobrino de 8 años lo rozó un tiro en una pelea entre dos bandas. | | |