Pelo sano: Masajes y minerales

El cabello recibe alimento a través de los capilares sanguíneos que llegan al cuero cabelludo. Algunos de las nutrientes que necesita son: proteínas, grasas insaturadas, vitaminas A, B, C y E y minerales en especial fósforo, calcio, hierro, magnesio, silício, cobre, azufre y cinc. La dieta diaria debe incluir fruta fresca y ensaladas crudas diarias, frutos secos (piñones, almendras, nueces) y semillas como sésamo, girasol, cereales integrales y suplementos de germen de trigo, levadura de cerveza y algas marinas.

Para que estos alimentos lleguen a las raíces es primordial una buena circulación general y local. El masaje suave, partiendo de la frente a la nuca durante unos minutos durante el lavado, y los ejercicios que faciliten la irrigación de esta zona (posturas invertidas con la cabeza abajo o la rotación de cervicales) resultan recomendables.

Los champús más apropiados son los que limpian y nutren el cabello sin agredirlo con detergentes. Se elaboran con plantas, arcilla y otros productos naturales que respetan el pH del cuero cabelludo. Hay que evitar el estreñimiento y el consumo de alimentos que generan importantes restos metabólicos (vísceras, embutidos, mariscos) y productos refinados como el azúcar blanco que priva de minerales.

Tampoco es bueno castigar el pelo con agresiones externas. El estrés (origen en muchas ocasiones de la caída del cabello) como las situaciones de agotamiento físico deben ser controlados para mantenerlo sano y fuerte. La semilla de sésamo o ajonjolí por su riqueza en aminoácidos, ácidos grasos poliinsaturados, lecitina, vitamina E y minerales como el calcio y el fósforo, estimulan el crecimiento de los diferentes tejidos del organismo, entre ellos los del cabello.

Estas semillas, crudas o tostadas, deben masticarse muy bien o tomarse trituradas. Pueden consumirse sin problemas hasta un máximo de tres o cuatro cucharaditas diarias (soperas en caso de que se tomen en estados carenciales o de agotamiento).