| domingo, 20 de junio de 2004 | Postal de una tarde de descenso y de dolor El plateísta de unos 30 años mantuvo la mirada clavada en la nada desde el gol de Rosales hasta el final. Encendió y consumió una media docena de cigarrillos y ni siquiera se inmutó cuando sus compañeros de sillas se pusieron a hablar de los cómo y los porqué del inminente descenso. Los auriculares prolijamente divididos en negro y verde lo sacaron del mundo real y seguramente ni siquiera escuchó los conceptos que llegaban desde una transmisión radial muy probablemente partidaria. El sabía perfectamente lo que iba a pasar, pero igual quiso estar. Fue una de las tantas postales ayer en Mataderos. enviar nota por e-mail | | |