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 sábado, 29 de mayo de 2004

Está todo mal
Central jugó desorientado, como vivió la semana
Perdió 1 a 0 con Colón. El gol fue de Fuertes, luego de que Herrera desviara un penal.

Mauricio Tallone / Ovación

Pasan las fechas y Central sigue su travesía en el Clausura convertido en una oportunidad para cualquiera. Además, todo lo malo que le sucede al equipo de Russo, tiene una estrecha vinculación con su desorientada vida institucional. Por eso esta realidad futbolística canalla está lejos de ser fruto de la causalidad. Imposible que lo sea cuando la representación del presente está a cargo de un equipo que agoniza angustiosamente en la última posición de la tabla y de algunos dirigentes, que sobre todo en la última semana, mostraron su predilección por las cosas mal hechas.

El abatimiento de Central fue tan evidente que no estuvo ni para aprovechar el beneficio de un penal cuando el trámite le era tibiamente favorable y eso que Colón, por entonces, no parecía ser una piedra en el zapato. Pero de movida, el paso cambiado se advirtió con la prematura salida de Gustavo Barros Schelotto, otra vez flagelado por el martirio de las lesiones, y lo terminó de confirmar ese disparo desde los doce pasos del Chaqueño Herrera, que se fue a las nubes.

Pero para armar este fiasco también entró en escena Colón, al que la única virtud que se le pudo constatar fue tener a un goleador de la categoría del Bichi Fuertes para aprovechar como se debe un mal adelantamiento de la última línea canalla. Los sabaleros estuvieron lejos, casi a años luz, de representar el estilo que históricamente pregonó Maturana, de equipo con buena circulación de la pelota y ambiciones ofensivas. Salieron con un planteo poniéndole el acento a la contención gracias a los despejes sin miramientos de Ariel Pereyra (se fue bien expulsado), Píccoli e Imhoff, y al rastrillaje que propusieron en la zona media el Lobito Ledesma y Romagnoli. Y de a ratos, algún estiletazo esporádico del colombiano Hernández le hacía caer una idea.

Con esos simples aportes le alcanzó para ponerle diques a un Central aturdido, que sólo puso cara de enojado en el primer lapso del partido cuando el pibe Vitti se comió un gol increíble debajo del arco de Tombolini, y Herrera mandó nuevamente a las tribunas un rebote tras un tiro libre de Ferrari.

Si Russo buscó despertar a su equipo en el entretiempo, no lo consiguió. Los ingresos de Leonardo Borzani y Javier Cámpora estuvieron más de relleno que de contenido y en cada avance de Central se observaba que la confusión lo exponía a más sufrimiento. Lo tuvo nuevamente Ismael Blanco luego de un jugadón de Giovanni Hernández por derecha pero no pasó de insinuaciones.

La única esperanza a Central se la daba la estrechez del resultado, con margen para un centro salvador o una aparición heroica. Pero nada de eso ocurrió porque siempre se interpusieron las manos de Tombolini.

En definitiva, Central soportó con resignación otro golpe a la mandíbula, que no hace más que retroalimentar la incertidumbre y derrama alcohol sobre algunas heridas que ya no toleran el cicatrizante de las palabras.

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