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 sábado, 29 de mayo de 2004

Gustavo Lorenzo: "El Estado no puede aparecer sólo en la emergencia"
El abogado sostiene que deben contemplarse programas especiales para incluir a los chicos a las aulas

El caso Blumberg fue un hecho insoslayable en esta discusión, donde los menores en conflicto, la pobreza, el papel de la escuela y la educación se presentan nuevamente en la escena de los debates. Casi paralelamente a estas discusiones y a las marchas que reclamaban más seguridad, se daban a conocer planes impulsadas por el gobierno nacional para incluir a los chicos que no están en el sistema educativo (ver aparte) a través de propuestas conjuntas entre los ministerios de Educación y Seguridad nacionales.

Es entonces cuando la educación nuevamente comienza a verse casi como una salida mágica a todos los males. Gustavo Lorenzo propone revisar qué se hace desde la escuela y relativiza esta visión de panacea educativa.

-¿Cómo se relaciona el sistema educativo con la idea de menores en conflicto?

-Siempre se piensa -para estos jóvenes- en una medida educativa ligada al encierro. Pero también es cierto que esos lugares que ofrecen estas posibilidades de educación (y rehabilitación) son muy escasos. Yo no estoy en condiciones de decir si es bueno o malo creer que si se educa a estos menores se van a mejorar las causas que lo llevan a delinquir, pero sí que lo veo como algo relativo.

-¿Por qué?

-Porque es el mismo problema que se le presenta a una maestra en una escuela cuando quiere enseñar la tabla del tres y los chicos vienen sin comer o aspirando bolsitas o tomando pastillas. Es muy difícil generar una situación educativa en esas realidades. Y esto es importante verlo para que la escuela empiece a pensar cuál es su función; porque además es allí donde surge otro problema y es que ante el mínimo inconveniente la escuela expulsa al chico. Entonces si los chicos empiezan a percibir que las posibilidades de encierro se relacionan con una edad cada vez menor y esto está relacionado con la escuela, en lugar de querer asistir dejarán de ir.

-¿Qué dicen los maestros al respecto?

-Los maestros no tiene elementos para trabajar esta problemática, que no está sólo relacionada con los casos de violencia extrema, sino que a veces se trata de cuestiones más "simples": un chico que se le cuelga de una baranda o rompe un vidrio y ante eso no tienen herramientas para resolver la situación y manejar a los alumnos. Pero, por otra parte, muchos maestros manifiestan que si tienen 30 alumnos y 29 de ellos son los que "aprenden" prefieren garantizarle la educación a esos 29 y no la quien los hace lidiar todo el tiempo. Es decir, se justifican en garantizar la educación a la mayoría. Pero sucede que los maestros o cualquier institución educativa tienen que manejarse con la ley. Y la ley no permite expulsar a los chicos de la escuela.

-¿Qué sucede con los chicos en este caso?

-Si a estos chicos se los va expulsando de todos lados, de la escuela, los centros de salud, o viven en un problema de persecución y enfrentamiento con los sectores policiales del barrio, será muy difícil para ellos que se puedan insertar en un esquema de la comunidad. Es cierto que hay muchos sectores de la comunidad que intentan recuperarlos con actividades, grupos barriales coordinados por la Municipalidad, o el Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos (Medh), por ejemplo, que impulsan trabajos en talleres. Pero también que deberían contar con mayor financiación. No hay políticas claras al respecto. Recién ahora parecería comenzar a formularse un informe de políticas públicas. Pero, aún hay peleas y no hay canales comunicación, por ejemplo, entre Educación y Gobierno.

-También es verdad que muchas veces son los padres los que demandan a los maestros que se expulse a un alumno en conflictos con la ley.

-Esto es lo mismo que cuando se pide en una marcha la pena de muerte. Por más que la directora tenga quinientos padres en la escuela pidiendo que se expulse al chico ella sabe que debe cumplir con la ley y no puede expulsarlo. La escuela debe tener un mecanismo de inclusión de los chicos, debe garantizarle la educación a ese chico y generar programas para ello. Se debe buscar y aplicar una política común para todo el mundo. Porque así como está el chico que sale a delinquir y no va a la escuela, también están los que no cometen delitos y no pueden ir a la escuela, porque quizás llegaron a los 15 años de edad sin haber concluido el 5º año de la EGB. Todo esto debería contemplar programas especiales, para que el Estado no aparezca sólo en la emergencia.

-¿Cómo debería actuar entonces el Estado?

-El Estado tiene que saber dónde se generan los problemas. Si la familia de este chico tiene para comer, si la tuvo cuando nació, si ese chico tiene alguna actividad en el barrio o no, si tiene calefacción para que al menos se pueda quedar en la casa para protegerse en lugar de deambular por la calle. Ocurre algo similar cuando a un chico que sale a juntar basura desde la 7 de la tarde a las dos de la mañana se le exige estar despierto a los 8 en clases. No es culpa de la maestra ni del director, pero de alguien es. El Estado nacional, provincial o municipal deben comprometerse al respecto. Nadie puede lavarse las manos, todos somos parte del Estado. Asumir que debe existir un esquema de contención, de políticas claras, es lo que falta.

-Desde las esferas oficiales se habla de la vuelta a la escuela como una salida a los problemas de delincuencia. ¿Qué opina?

-Hay contenidos de la escuela que no manejo. Sin embargo, considero que es la escuela el lugar natural donde un chico debe desarrollarse. Pero insisto, si tiene que salir a juntar basura a la tarde y vuelve a la madrugada no le será fácil estar en la escuela, sobre todo porque a eso no puede renunciar, necesita de esos pesos diarios para comer. Algo parecido ocurre cuando se quiere penalizar a una madre que lleva a su chico a mendigar y lo hace porque le resulta más redituable que ir sola. ¿Alguien le da una alternativa para que no lo haga? Si el Estado no le garantiza la comida, ¿cómo hace para sostener a su familia? Si la escuela quiere incorporar a los chicos a sus aulas no puede ignorar esta realidad.

-Pero los docentes lo saben, no lo ignoran.

-Lo sé. Porque la gente en el barrio tiene dos o tres imaginarios: la escuela, la comisaría y algún centro de salud. Y la escuela, más allá de que esté tan vapuleada, tiene un buen trato y se convierte en el lugar de referencia. Es esto entonces lo que la escuela tiene que tener en cuenta hasta para armar su currícula. Si los chicos van a la escuela a comer, esto no puede ignorarse. Si no se genera algo para que permanezcan en la escuela, los chicos vuelven a la calle. Y estar en la calle significa eso. En los barrios pobres no hay lugares para actividades extras.

-¿Qué papel le queda a la escuela?

-La escuela podría ser el lugar para la inclusión, pero necesita apoyo. Los maestros no están preparados para atender a los menores (en conflicto con la ley). No hay recursos, no se piensan. Se mantienen las estructuras cerradas de policía, Poder Judicial y educación. Y entonces la maestra sigue enseñando como hace cuarenta años y los jueces fallando igual. Para cambiar estas cuestiones se tiene que dar un cambio real, para trabajar coordinadamente. Cuando un chico entra armado a la escuela es preciso ver por qué tiene un arma, cómo circula un arma en el barrio, cómo un chico la compra, cuánto cuesta. Las políticas del Estado no pueden ser para expulsar a los chicos de la escuela sino para investigar y resolver el problema. De última, para que no aparezca a la semana siguiente con un arma comprada en otro lugar.

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