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 sábado, 22 de mayo de 2004

Dos atracos en barrio Belgrano
El último golpe a un ex bancario desocupado
Tres ladrones entraron a su casa, le hicieron sangrar la cabeza de un culatazo y lo dejaron maniatado

Pedro Eduardo Carena está desempleado, es viudo y antenoche sufrió una nueva desventura en su vida. Tres muchachos irrumpieron en su casa del barrio Belgrano, lo golpearon y le robaron efectos personales atesorados por él desde hacía muchos años, como una valiosa colección de relojes pulsera. Ayer a la tarde estaba convencido de que los maleantes llegaron a su vivienda en búsqueda de dinero. "Fue una batida. Mi hijo llegó hace dos meses de España y creyeron que había plata", aseguró Carena con voz resignada.

Pedro tiene 53 años y es viudo. Transcurrió veinte años de su vida detrás de los mostradores del banco Aciso. Cuando la entidad financiera cerró sus puertas en 1994 se convirtió en un desempleado y desde entonces no pudo reinsertarse en el mercado laboral.

Cerca de las 22.30 del jueves, alguien tocó el timbre de su casa de Campbell 1154 A. Apenas abrió la puerta, un muchacho preguntó por su hija Nadia, de 18 años. La chica no estaba como tampoco el otro hijo de Pedro llamado Martín, de 25 años.

Pero el ex bancario no tuvo tiempo de responderle. Un culatazo en la cabeza asestado por el intruso lo dejó al borde del nocaut. Se desplomó al suelo en el living de la casa y entonces ingresaron otros dos muchachos. Pedro, con sus piernas tambaleantes y la cabeza chorreando de sangre, pudo ver cómo los maleantes lo inmovilizaban. "Me ataron las manos con cintas de embalar y me taparon la cara con el pulóver", explicó.

Después, lo arrastraron boca abajo hasta la habitación de Nadia y allí quedó encerrado. Desde ese sitio de la casa pudo escuchar los movimientos de los maleantes mientras recorrían cada rincón de la casa. Los intrusos revolvieron cajones y recogieron prendas de vestir. Después caminaron hasta el living y se apoderaron de una videocasetera y un DVD apoyados en la mesa del televisor. También se llevaron una pequeña colección de relojes pulsera que Pedro había comprado en su época de bonanza.

En medio del atraco, sonó el teléfono y entonces los ladrones decidieron apurar el paso. Cuando había transcurrido media hora y unos minutos se escabulleron. Después Carena logró despojarse de las ataduras. Salió a la calle pero ya los maleantes habían desaparecido.

Ayer Carena repetía una certeza. Creía que los ladrones llegaron a la casa porque contaban con un dato que resultó equivocado. "Fue una entregada. Pensaron que mi hijo, que llegó hace dos meses de España, había traído una fortuna. Aunque me hubiesen puesto un revólver en la cabeza no les habría podido decir dónde estaba la plata porque no sabía si la tenía en mi casa o en el banco", explicó.

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