| domingo, 16 de mayo de 2004 | Educación: Tiempo de libretas Marcela Isaías / La Capital No falta tanto para que la primera libreta de calificaciones del año llegue a los hogares de los alumnos. Mientras muchos chicos ya preparan los más fabulosos argumentos para justificar "dudosas notas" antes su padres, éstos piensan en "premios y castigos".
Pero es verdad también que el "bueno", "regular" o "malo" no será novedad para unos cuantos. Porque, para evitar sorpresas, las maestras se las ingenian para ir poniendo en clima a los interesados en conocer los resultados de los primeros meses del año.
"Por lo general se hace una reunión para entregar las primeras notas a los padres. Se los convoca y se charla sobre qué se tuvo en cuenta al calificar", explica Marcela Poy, docente a cargo del área de lengua de la Escuela Nº 72 de Rosario. Pero, además, Marcela recalca que previamente se invita a concurrir a la escuela a los padres de los alumnos que desde los primeros días de clases muestran mayores dificultades para aprender. "No se espera hasta último momento", señala.
La maestra de la EGB cuenta que estas reuniones son una práctica instalada en las escuelas y también se dan entre las docentes de las distintas áreas. "Se trata de coincidir en los conceptos que tenemos sobre los mismos alumnos", dice para entrar a detallar qué es lo que justamente se mira a la hora de poner la nota en un casillero. "Miro todo: contenidos aprendidos, preocupación, esfuerzo, la responsabilidad, el trabajo individual, el grupal, la participación, no solamente la nota de una prueba escrita".
Y en esta suma de aspectos a evaluar la docente también afirma que mucho se valora el esfuerzo que ponen los chicos más allá de su condición y posibilidades sociales. Recuerda que muchos padres de sus alumnos no han terminado la escuela pero evidencian una gran inquietud por los aprendizajes de sus hijos. Está claro, comenta la maestra, que eso ayuda al chico a mejorar su paso por la escuela.
"Si el chico demuestra preocupación y esfuerzo, eso lo valoro", concluye Marcela Poy para definirse como "justa" a la hora de evaluar en la libreta de calificaciones.
Nada sencillo Lo cierto es que la evaluación debe entenderse como un proceso complejo. Tanto, que es motivo de debate permanente entre los especialistas, y no sin motivos. Sucede que para la educación y sus protagonistas muchas veces -sigue sucediendo- el proceso evaluativo ha sido utilizado como un instrumento de medición, control y hasta rendimiento comparativos.
Viene bien en este caso recordar el ejemplo de muchos colegios de Estados Unidos que ofrecen a los padres "un control de la escuela a la que van sus hijos" desde Internet. Así, a través de la red los padres pueden examinar a los docentes (antecedentes laborales y títulos), la seguridad de la escuela y hasta los contenidos que se enseñan. Pero, lejos de ser utilizada esta información como una herramienta orientada al diálogo y a las mejoras educativas, se lo presenta como un instrumento de estricto control sobre la institución educativa.
Más allá de esta referencia, el tema de la evaluación es clave. Para los padres y los chicos es casi un espejo del paso por la escuela: qué, cuánto, cómo y de qué manera se aprendió. Y tan clave y compleja es la evaluación que ella repercute en lo que se enseña y aprende.
Un maestro y pedagogo español muy leído por los docentes, Miguel Angel Santos Guerra, afirma justamente que según cómo entiendan los maestros y la escuela el proceso de enseñanza y aprendizaje será la evaluación que lleven a la práctica. Pero también -advierte el educador- "una forma de entender la evaluación hace que se supediten a ella las concepciones y los métodos de la enseñanza".
En una semana habrá que ver qué piensan los padres cuando los chicos lleguen a casa con la libreta en mano. enviar nota por e-mail | | |