Año CXXXVII Nº 48389
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Economía
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Salud 12/05
Autos 12/05
Turismo 09/05
Mujer 09/05
Economía 09/05
Señales 09/05


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 16 de mayo de 2004

A un año. Unos 2 mil rosarinos llegan a Victoria por fin de semana
Una pequeña ciudad que de repente se convirtió en un centro turístico
Se abrieron nuevos bares y pequeños comercios, pero falta sumar más atractivo

Hace un año, Victoria era una ciudad con 35 mil habitantes que concentraban su actividad en pocas cuadras cercanas a la plaza principal, rodeada de bellas viviendas antiguas cuyas puertas quedaban abiertas día y noche. Después de la habilitación del puente -y más allá de la aparición de algunos bares, locales de souvenirs y locutorios de Internet- Victoria sigue siendo más o menos la misma, salvo que ahora recibe la visita de miles de personas por fin de semana. "Tenemos el desafío de convertirnos en una ciudad turística", dice su intendente, César Garcilazo, y reconoce que este cambio "viene más lento de lo esperado".

El primer fin de semana que se habilitó el puente, unos 6 mil rosarinos tomaron Victoria. El recuerdo ya forma parte del anecdotario de la ciudad: esos días se agotaron los cigarrillos, las comidas y colapsaron las calles. Un año después, este récord no se repitió, pero la llegada de turistas sigue superando el millar.

"Recién ahora nos estamos acomodando", dice Sebastián Firpo, un periodista de FM 90.3 que hace su móvil en bicicleta. Basta caminar por el centro de Victoria para notar se están explotando rubros que un año antes hubieran sido impensables. Hay locales con artículos regionales y artesanías, algunas tiendas tradicionales se acomodaron y ahora ofrecen pins y remeras con la imagen del puente. Y aparecieron nuevos carteles ofreciendo alojamiento.

La gastronomía se está aggiornando. Se abrieron algunos restaurantes, varios bares, minimercados y casas de comidas rápidas. Horacio Pellegrini fue uno de los que aprovechó la oportunidad y en enero pasado abrió Barrilete, un negocio "con estilo y productos para gente de afuera". Aunque en realidad no sea más que una panadería-bar que hornea las medialunas que compran congeladas en Rosario.

Con esta infraestructura, Victoria recibe un promedio de entre dos y tres mil visitantes cada fin de semana. Según una encuesta de la Secretaría de Turismo del municipio, el 82% viene de la zona de Rosario y, en su mayoría, pasan menos de 24 horas.

La Abadía del Niño de Dios, de los monjes benedictinos, es uno de los lugares que muchos juzgan "más beneficiado" por el turismo. Según datos de la secretaría, antes de la habilitación del puente pasaban por allí 25 mil personas por año, y sólo entre mayo y diciembre de 2003 ya había recibido 120 mil visitantes.

Para el prior de la Abadía, Francisco José Robles, esos días fueron "como el infierno". La situación impuso cambios: se duplicó la producción, sobre todo de licor y dulce de leche, se alquilaron baños químicos y se empezó a construir un nuevo salón de ventas de mil metros cuadrados, sala de conferencias y áreas de servicios como locutorio, Internet y cafetería.

Juan Rizzi es dueño del bar ubicado frente a la plaza principal de Victoria y también tuvo que adecuarse a los gustos y costumbres de sus nuevos clientes. "Acá la gente pide café y punto, pero ustedes vienen con el cortado en jarrita, la lágrima, el capuchino", bromea.

No son pocos los victorienses que se quejan de la falta de servicios o de atractivos que ofrece la ciudad. "Muchas cosas se hicieron improvisadas, mal, y la gente se lleva la idea de que acá no sabemos trabajar", critica Carlos Rizzi, dueño de uno de los hoteles más grandes que tiene la ciudad.

Quizás la queja parta del hecho de que las inversiones anunciadas con bombos y platillos meses antes de la apertura del puente Rosario-Victoria todavía se encuentren en veremos. El hotel de cuatro estrellas situado sobre la barranca y el casino que iban a inaugurarse en agosto del año pasado aún esperan el okey del gobierno entrerriano para habilitar la casa de juegos que, de hecho, está a mitad de construir.

El complejo "La Colina", una suerte de tiempo compartido de 65 cabañas, también está en boxes. Para ponerse en marcha necesita que se extienda la red cloacal y se pavimente su acceso.

La tercera de estas grandes iniciativas es el Solar de Victoria: un barrio cerrado de 572 hectáreas del cual sólo se vendieron 20 lotes de los 78 contemplados en la primera etapa del proyecto.

Otro asunto pendiente son las obras públicas. No hace falta que el intendente reconozca la necesidad de "poner las calles en condiciones", los baches están a la vista. La terminal de ómnibus tampoco está a la altura de una ciudad turística. Y lo mismo pasa con la falta de conservación de sus construcciones históricas, incluido el Palacio Municipal.

Es que, desde el 22 de mayo de 2003, el cambio que sufrió la vida en Victoria fue rotundo. A tal punto que recién ahora muchos lo están digiriendo. "Hasta los horarios tuvimos que modificar: los domingos de descanso se transformaron en un día más de trabajo", reflexiona Raúl Colliar, un empleado que lleva años en la Municipalidad. "Somos una ciudad chica y tranquila, y tenemos que encontrar la forma de aprovechar los cambios sin perder esta identidad", resume.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La ciudad, de costumbres pueblerinas, se debe adaptar de a poco a las exigencias de los nuevos visitantes.

Notas Relacionadas
Rosario y Victoria se reparten las ganancias de la apertura del puente


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados