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 sábado, 15 de mayo de 2004

Inusual dureza

Cuando en épocas pasadas el Vaticano y el Papa se pronunciaban acerca de su relación con el Islam, todo giraba en torno al diálogo. Los católicos deben mostrar comprensión, respetar la cultura de sus "hermanos musulmanes" y buscar los puntos religiosos comunes entre ellos.

Pero, el Vaticano se pronunció ayer con tintes totalmente diferentes a los habituales. El consejo papal respecto a la inmigración se aproxima más a una estrategia de depuración y delimitación. "Cambios en el Vaticano", comentaba un teólogo alemán, empleado del Vaticano.

Es novedosa la advertencia de los matrimonios entre católicas y musulmanes, y también la indicación a los sacerdotes de definir claramente en el trabajo en comunidad lo que no gusta del islam.

Es cierto que los extranjeros procedentes de Oriente deben ser acogidos calurosa y abiertamente, dice el texto. Sin embargo, a la hora de debatir "el comportamiento religioso y las normas morales del Islam", debe ser pronunciado con claridad "lo que no puede ser tolerado". La comisión vaticana no podía expresar con mayor dureza sus reservas.

"Dos años y medio tras los atentados del 11 de septiembre se agudiza en el seno del Vaticano la percepción de los peligros dentro del Islam", opina el experto alemán. Ya durante la Semana Santa, el Papa Juan Pablo II dio un paso hacia la crítica, cuando se pronunció acerca del terrorismo y abogó por la hermandad entre "los hijos de Abraham". "Hijos de Abraham" son tanto cristianos y judíos, como musulmanes.

Explícitamente y sin dar pie a malentendidos, el Vaticano insta a los "hermanos y hermanas musulmanes" a reconocer las libertades básicas, los derechos de las personas y el principio democrático en la política.

El texto exige incluso el reconocimiento del laicismo, la separación de Iglesia y Estado, lo que supone un rechazo poco disimulado del estado religioso que exigen los musulmanes radicales en muchos países en todo el mundo.

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