| sábado, 15 de mayo de 2004 | Se realizó el primer simposio de ganadería en SD organizado por Aapresid en Rosario. Se presentaron experiencias exitosas de producciones mixtas Los ganaderos de la siembra directa Frente a la expansión agrícola, las vacas encuentran su lugar en planteos mixtos sustentables La agricultura, y más precisamente la soja, avanza sobre la ganadería pero no la borró de la faz de la tierra. Acorraladas, las vacas se han amontonado, desplazado a nuevas áreas o ajustado a nuevos esquemas de producción. Pero todavía están ahí, acomodándose a los desafíos tecnológicos y organizacionales que les plantea este cambio y, en los últimos tiempos, incluso beneficiándose en parte de los excedentes del boom sojero.
Desde esta perspectiva, y no sin antes realizar profundas reformas a todo nivel, la ganadería tiene futuro, según coincidieron los especialistas que participaron del I Simposio de Ganadería en Siembra Directa organizado por Aapresid en la Bolsa de Comercio de Rosario. El objetivo del evento fue, precisamente, presentar casos exitosos de integración agrícolo-ganadera en distintas producciones y ambientes y analizar las posibilidades de convivencia en el marco de un sistema productivo sustentable, con la siembra directa como factor vinculante.
Daniel Rearte, director de ganadería de la Secretaría de Agricultura, señaló que el avance de la soja en la última década no provocó una caída proporcional en el stock ganadero, que se mantiene por encima de los 50 millones de cabezas. Esto demuestra, a su juicio, que ante la disminución de la superficie ganadera la hacienda no desapareció sino que "se fue amontonando". Y puso el ejemplo de la cuenca del Salado "donde había 6 millones de cabezas y hoy hay 8 millones".
Describió cómo se modificó el mapa ganadero, dentro del cual la pampa húmeda sigue siendo la depositaria del mayor stock, aunque con una disminución de un millón de cabezas en la última década. El sur de Santa Fe, Córdoba y La Pampa fueron las regiones que más perdieron cabezas. "Bajó la relación entre novillo y vaca, lo que indica que la región pampeana se hace más criadora. En el NEA avanzó la soja pero sigue la hacienda, en el norte santafesino creció el stock 15% y se hace más invernador. En Entre Ríos, en pleno boom sojero, el rodeo subió 17%. ¿Dónde están las vacas?, en la zona de isla", describió.
Rearte consideró que "este barullo le pone más presión al productor" que responde con más eficiencia. "Hoy nadie habla de invernada larga, sin pasto el animal va a silo o grano o a engorde a corral, el productor se intensifica", señaló el funcionario, quien también advirtió que estos cambios obligan a profundizar los estudios sobre la sustentabilidad de los nuevos planteos.
La biotecnología Algo en lo que coincidió José Elizalde, del Inta Balcarce, al describir el futuro de la producción ganadera en el país. Desde su punto de vista, la posibilidad de producir pasto a bajo costo limita las posibilidades de que la ganadería argentina siga en el corto plazo la tendencia mundial a trabajar como mega factorías (todo feed lot o megatambos exclusivamente). Pero sí consideró que el sistema de producción, con una fuerte integración con la agricultura, alcanzará "otra escala productiva, con características más predecibles". En ese sentido, advirtió sobre la necesidad de estudiar "el impacto de las rotaciones no concebidas para la conservación de suelos sino como optimizadoras del sistema".
El especialista enumeró los "errores de diagnóstico" que intentan explicar el estancamiento ganadero. A saber: que la ganadería no aumenta por el avance agrícola, que falta tecnología, que las vacas deben ubicarse en zonas marginales y que las tecnologías de zona núcleo funcionan igual en las otras regiones. "La tecnología agrícola tiene su fortaleza en haberse simplificado y el crecimiento empresarial ganadero no se diferencia del resto por usar tecnología desconocida y exótica", dijo.
Elizalde contó que hasta los años 70 la ganadería fue considerada como "contribuyente de la diversidad productiva en planteos mixtos" pero que en los últimos 30 años, las técnicas de mejoramiento del forraje, las nuevas variedades, las mejoras en nutrición y reproducción y de manejo le dieron otra importancia como optimizadora del sistema productivo en su conjunto.
Hacia el futuro, estimó que la biotecnología y la transgénesis se convertirán en un factor de incidencia en el negocio, por ejemplo a través de la modificación genética para la elaboración industrial de hormonas de crecimiento o las técnicas que ya existen para inhibir la síntesis de grasa butirosa en la glándula mamaria para producir leche de bajo tenor graso. También en el control de la reproducción, la cantidad y calidad de forraje, las mejoras en la conversión del alimento y el desarrollo de procesos a nivel industrial para modificar las propiedades del producto final (por ejemplo, el gusto).
Pero advirtió que el aprovechamiento de estas tecnologías dependerá de que el sector se organice como cadena para capturar el mayor valor que representa trabajar sobre un producto que deja de ser un genérico. "Capitalizarán en mayor medida los beneficios de la biotecnología aquellos sistemas con cadenas integradas de valor y de gran envergadura, en detrimento de aquellos que deban analizar la posibilidad de seguir trabajando en el mínimo costo", señaló.
Maldita media res Precisamente, la organización del complejo cárnico como cadena de valor es el punto crítico del negocio. Y en Aapresid, la entidad convocante del congreso, que hace de la innovación organizacional una clave de competitividad, sentó su posición en ese aspecto. "Mucho se habla de monocultivo, sustentabilidad, deforestación, emigración de la población rural a los grandes centros urbanos, de la responsabilidad del productor sojero en la degradación de los suelos; pero no hay suficientes voces en señalar que la responsabilidad es compartida con los dueños de la tierra, los profesionales y centros de estudios que deben ofrecer alternativas tecnológicas viables, y el Estado en la resolución de problemas estructurales como redes de transporte, ordenamiento de los recursos naturales y solución a los problemas sanitarios como la aftosa, los mercados y la evasión", disparó su presidente, Jorge Romagnoli.
Héctor Ordoñez, titular de agronegocios de la Facultad de Agronomía de la UBA, fue enfático al señalar el "diseño perverso" que tiene el sistema de ganados y carnes del país, que tiene en la media res "la expresión de todos sus males". Como ejemplo, "no se tiene certeza del stock ganadero y en la Afip hay declaradas sólo 26 millones de cabezas". Señaló que "el primero ordenamiento para reducir costos en el negocio es el diseño institucional".
Más con menos Ordoñez instó a "superar los viejos paradigmas de la ganadería local", que hablan de "típico novillo argentino, cuota Hilton, genética británica y modelo pastoril como lo único que existe". Por el contrario, explicitó, "Australia tiene nueve cadenas de valor distintas dentro del complejo cárnico".
Al respecto, Daniel Rearte, remarcó que "los sistemas de producción pastoriles intensivos son más sustentables que los extensivos a pasto, donde la extracción de nutrientes por hectárea es mayor".
Dijo que los problemas ambientales y de seguridad alimentaria en los mercados compradores generan nuevas demandas: alimentos sanos, beneficiosos para la salud y que no se produzcan dañando el medio ambiente. "Seguridad alimentaria, medio ambiente, bienestar animal son palabras que aparecen ahora en cualquier transacción comercial", señaló.
A su juicio, a diferencia de Brasil, que se convirtió en el primer exportador mundial de carne pero de bajo valor, Argentina tiene condiciones productivas para entrar en el segmento de los productos de calidad.
El productor Javier Martínez del Valle, aclaró que "vivimos hablando de la calidad de nuestras carnes pero eso no tiene relación con el precio promedio de nuestras exportaciones". Con sólo 16% de la producción que se exporta, "quedan muchas oportunidades por captar", dijo y agregó que los productores que trabajan en redes similares a las que operan en el ámbito de la agricultura estarán en mejores condiciones para responder a una demanda diversificada.
Efecto derrame Aseguró que la expansión sojera es hoy una oportunidad para la ganadería: "Hay un efecto derrame, el productor gana plata con la soja pero no quiere perder su rodeo, entonces vuelca plata a la ganadería y manda la hacienda a un lugar que no tiene aptitud agrícola, pero para eso necesitamos una tecnología adecuada".
A partir de ahí, con menos stock, sólo queda producir más. Para Rearte, "con solo aumentar la tasa de extracción en tres puntos y elevar un poco el peso de faena, podemos pasar rápidamente a una producción de 3 millones de toneladas de carne; en Argentina no hay problemas de stock sino de terneros y hay mucho por hacer para mejorar el porcentaje de preñez y de destete, si no podemos mejorar mínimamente esos indicadores, mejor no emprendamos nada". enviar nota por e-mail | | Fotos | | El presidente de Aapresid inauguró el simposio. | | |