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 domingo, 09 de mayo de 2004

El Sexteto Mayor presentó "30 Años de Tango" en el teatro Broadway
Contrapunto magistral entre tangueros
El grupo que lidera Pepe Libertella mostró, en un espectáculo redondo, todas las facetas del tango

Marcelo Menichetti / La Capital

Resulta una obviedad afirmar que el Sexteto Mayor es uno de los mejores conjuntos de tango de los últimos años. Su fama no es puro cuento y el grupo que comanda el bandoneonista José "Pepe" Libertella lo probó el jueves último con un show que mostró con excelsa calidad todas las caras que ofrece el tango: la música, el canto y la danza.

Para conseguir tal resultado el sexteto que completan Luis Stazo (bandoneón), Mario Abramovich (violín), Osvaldo Aulicino (contrabajo), Oscar Palermo (piano) y Eduardo Walczak (violín) sumó los aportes de Juan Carlos Zunini (teclado) y Jorge Orlando (batería). Con una base instrumental sólida como una roca y sutil hasta la exageración, Héctor Zaraspe, bajo la dirección de Libertella, puso en escena un compacto show que no ofrece costados flacos.

La orquesta contó con la buena voz de Vanesa Quiróz, una cantante capaz de evolucionar con soltura sobre el escenario, ensayando además la actuación y la danza; también la experiencia del cantor Guillermo Galvé. La propuesta se redondeó con cuatro parejas de bailarines que mostraron diversos modos de encarar la denominada "danza más sensual del mundo".

El show arrancó con una selección de tangos de Carlos Gardel y "Halcón Negro", de Francisco Canaro. Luego el color invadió la escena con el cuadro "Cabaret Concert", en el que los bailarines mostraron un contrapunto coreográfico de antología. Milongas y tangos, como "Payadora", "Orillera", "A los Amigos", "Gallo ciego" y "Orlando Goñi", pusieron el marco rítmico preciso para el lucimiento de la danza.

La recreación libre de "María de Buenos Aires", la ópera de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, imvolucró la participación de toda la compañía, ya que la música, y la danza se pusieron al servicio de una historia de amores desencontrados.

El público, superado el estupor que produce la perfección del sexteto tocando, se sumó con entusiasmo al ambiente milonguero creado por los bailarines, los cantores y los músicos. Los gritos de aliento para alguna pareja de baile y de salutación a los magistrales solos de Libertella y Walczak, atravesaron la sala y contagiaron un entusiasmo que no se disipó ni siquiera con el largo intervalo que dividió en dos al espectáculo.

La segunda parte siguió sumando sorpresas. Un cambio de vestuario uniformó a músicos, cantantes y bailarines en blanco y negro y el tango se mostró con su perfil de salón. Temas del repertorio histórico piazzolleano como "Lo que vendrá", "La muerte del ángel" y "La bicicleta blanca", pasando por "Nocturna" de Julián Plaza, "El día que me quieras", de Gardel y Lepera cantado a dúo por Galvé y Quiróz, fueron delineando el buscado sobrevuelo sobre la historia del tango argentino.

El tramo final fue antológico, y en una casi impiadosa sucesión se escucharon "Verano porteño" (con una clase magistral para la mano izquierda en el bandoneón ofrecida por Libertella), "Libertango" y la "Suite Piazzolla" que incluyó "Prepárense", "Triunfal", "Fuga y misterio" y "Balada para un loco".

Los aplausos y los bravos obligaron a una más y fue "La cumparsita" con el elenco en pleno en escena. El auditorio despidió de pie a la compañía que, desde hoy, sale a dar lecciones de tango por Europa.

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El tango-danza se sumó al impecable sonido del Sexteto Mayor.

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