Año CXXXVII Nº 48369
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 24/04
Campo 24/04
Salud 21/04
Autos 21/04


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 25 de abril de 2004

Intríngulis de la reforma

Marcela Isaías / La Capital

"Julia, ¿así que ya estás en el polimodal?", preguntó la abuela a su nieta de 14 años. "No abu, empecé el 9º año de la EGB", respondió la adolescente. Pero su abuela insistió: "¿Y el 9º año no es el secundario, igual que el polimodal?". El diálogo se convirtió en un trabalenguas para la abuela y en una clase explicativa para la nieta que intentaba hacerle entender los cambios de estructura educativa promovidos, desde hace poco más de 10 años, con la ley federal.

Es que, cuando todavía para muchos no se había olvidado el primer grado inferior o superior, la reforma educativa impulsada en la Argentina en los noventa inundó escuelas, hogares y conversaciones con una nueva terminología que hasta hoy resulta un intríngulis verbal para muchos padres y adultos.

EGB, polimodal, TTP, ciclos, años por grados y áreas curriculares por materias son algunos de los términos que los padres y madres debieron acostumbrarse a escuchar en boca de maestros que oficiaron -y ofician- de intérpretes de semejante palabrerío.

Y la escuela como institución tampoco se salvó de este embrollo de términos y siglas que contagiaron el lenguaje comunicacional de directores y maestros. Los PEI, PCI, PIE, EDI, OFC, CBC, PROCAP, SIGAE y el reciente PIIE son otras tantas de las formas más oídas y leídas en los últimos diez años. Pero esto no es todo: no faltan extensos documentos plagados de intrincadas explicaciones para las cuales no queda más que apelar a la memoria si se las quiere aprender. Basta recordar un documento aún estudiado por los docentes, el famoso TEBE, un "exquisito" detalle de ideas de lo que debe entenderse por una "Transformación Educativa Basada en la Escuela", según explica la sigla.

Pero a no alarmarse, porque este intríngulis verborrágico no es sólo un mal que padecen alumnos, padres y maestros argentinos. Según describe la pedagoga ecuatoriana Rosa María Torres, se trata de una "siglitis", una especie de enfermedad de transmisión textual entre las reformas educativas latinoamericanas.


Contagioso
Rosa María Torres recorrió distintos países de la región analizando, entre otros aspectos, las reformas encaradas en los sistemas educativos. Algunas de esas conclusiones las presentó en el libro "Itinerarios por la educación latinoamericana. Cuadernos de viaje" (Paidós), casi una lectura obligada para quienes se interesan por la educación.

"Las siglas han copado la educación. Pueblan los materiales impresos, las conferencias, hasta las placas recordatorias. Cada cual asume que sus siglas son obvias, universales, reconocidas por propios y extraños", dice Torres en referencia a lo recogido en sus viajes. Y para ser explícita recuerda como ejemplo la leyenda que puede leerse a la entrada de una pequeña biblioteca instalada en una escuela rural de Mendoza: "Esta biblioteca fue donada por la DJE de la SEARGN".

La educadora también se explaya con ejemplos similares recogidos en El Salvador, Chile, Ecuador, Uruguay, Colombia, Brasil, en los que se advierte un entramado de abreviaturas necesarias de descifrar primero si luego se quiere entender de qué se trata la educación de esos países.

Por suerte, para quienes antes que las complicaciones idiomáticas están la escuela y sus alumnos, la "siglitis" no logró complicarles los objetivos de educar. Es que "hay sabiduría en la elección de un buen nombre", según dice la pedagoga para citar los ejemplos del programa Escuela Nueva, de Colombia, o el nombre de una escuela peruana: "Wawa Wasi (casa de los niños), un nombre sonoro y de fuerte contenido cultural".

El ejemplo de Paulo Freire -mencionado también por la autora- es clave. Cuando el pedagogo brasileño estuvo al frente de la Secretaría de Educación de San Pablo, uno de los primeros programas que impulsó fue "Arco Iris". Freire se proponía con esa "denominación corta, simple y optimista" movilizar a padres, profesores y alumnos "para poner lindas a las escuelas, limpiarlas, arreglarlas, darles una mano de pintura". Claro que -ironiza Torres- algún burócrata en el mismo lugar de Freire hubiera preferido llamar a tal programa con la sigla PAMIFREPMSP (Proyecto para el Adecentamiento y Mejoramiento de la Infraestructura Física de la Red de Enseñanza Pública de la Municipalidad de San Pablo)".

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Notas Relacionadas
Jerga educativa


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados