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 sábado, 24 de abril de 2004

Vuelta a las aulas. Hace un año unas 110 instituciones escolares oficiaban de refugio para los evacuados o de recepción de las donaciones. Hoy se recuperan poco a poco
A un año de la inundación, las escuelas rescatan su protagonismo social

Carlos Roberto Moran / La Capital

"Si no hubiera sido por la escuela pública, que supo brindar atención a la gente en los dos o tres primeros días de producida la inundación, la catástrofe vivida por Santa Fe habría sido notablemente mayor". José María Tessa, titular provincial de Amsafé, sintetiza con esas palabras la altísima significación que tuvo la escuela santafesina (docentes, alumnos, familiares de docentes, cooperadores; los propios establecimientos educativos) para darle contención a más de cien mil santafesinos que resultaron afectados por la inusitada creciente del río Salado, que llegó a cubrir con sus aguas un tercio de la capital provincial.

A un año de la terrible experiencia, La Capital dialogó con directores de establecimientos, docentes y gremialistas sobre lo que ha quedado como saldo de aquellos episodios registrados a partir del 29 de abril del año pasado, cuando el Salado rompió las defensas y transformó en pesadilla lo que hasta ese momento venía siendo la vida cotidiana de miles de santafesinos.

No fue una tarea fácil y ha dejado secuelas. La herida sigue abierta, aunque pasado un año los protagonistas ya no lloren, como antes lo hacía la mayoría ganada por la emoción y superada por los acontecimientos. Ocurre que los docentes no sólo debieron atender a sus alumnos y a los evacuados, sino que no fueron pocos los afectados directamente por la inundación. Según la estadística que lleva Amsafé, a nada menos que a 850 docentes les entró el agua en sus viviendas particulares.

Carmen Marchetti fue una de las tantas que sufrió en carne propia la experiencia. Su casa próxima al parque Garay, en el oeste de la ciudad, se inundó con casi dos metros de agua y durante un mes no pudo regresar a ella. Pero al mes siguiente, juntando un coraje que a veces faltaba, debió volver a dos escuelas cercanas, también "pegadas" al Garay, el Centro de Formación Profesional Nº 1 y la Escuela Padre Catena, donde dicta clases, que también estuvieron anegadas.

Ese cúmulo de experiencias personales, más otras que le contaron sus colegas, Carmen las trasladó a un encuentro que se realizó días atrás en San Juan, ocasión en que se realizó un congreso sobre catástrofes naturales. En la ocasión exhibió un video preparado por Amsafé y habló sobre la solidaridad expresada no sólo por los docentes, sino por los anónimos que "pusieron el cuerpo" para ayudar a sus hermanos en desgracia y a las incontables donaciones que llegaron desde todas partes de la Argentina, y del mundo, y que permitieron recuperar la escuela pública en un relativamente corto plazo.

Es lo que bien saben Omar Bauzá y José Rossi, director y jefe general de enseñanza práctica, del referido centro, quienes aún hoy siguen rescatando piezas que fueran afectadas por el agua, mientras no dejan de agradecer a la extremada generosidad de los rosarinos, gracias a la cual el organismo educativo pudo ponerse rápidamente en pie (ver aparte)


"Un antes y un después"
Tessa considera que en la escuela santafesina ha habido "un antes y un después", y que ese abrepuertas fue la catástrofe hídrica. Ella, sostiene, puso en plano de relevancia las actitudes solidarias, el sentido que tiene la escuela pública, "donde todos naturalmente buscaron refugio, ante el Estado ausente". Y la escuela, afirma con emoción el dirigente gremial, supo responder a esa demanda.

No ha sido a un precio fácil, no fue con comodidad. Los docentes, a partir de ese tétrico mayo del 2003 tuvieron que trabajar con denuedo para recuperar un año lectivo que si bien no fue perdido del todo, quedó irremediablemente herido por la presencia del agua. Es cierto, también, que la ciudad se dividió entre aquel sector que quedó inundada y esos dos tercios que permanecieron secos en los que la vida común no se vio demasiado alterada.

Pero las escuelas públicas de Santa Fe, algunas de Santo Tomé y de San José del Rincón, en número cercano a las 110, albergaron a miles de evacuados o funcionaron con centros de recepción de mercaderías; mientras 30 establecimientos educativos permanecieron inundados durante, promedio, más de un mes.

Durante esas semanas de extrema tensión, los docentes debieron ejercer sus tareas en los nada cómodos centros de evacuados y, luego, tuvieron que volver a dictar clases a alumnos que estaban muy afectados por lo que debieron padecer en carne propia.

En distintas escuelas, como puntualmente cuentan Ana María Salgado, directora de la Escuela Vicente Zazpe y Viviana Caballero, subdirectora de la Escuela Catena, a través de dramatizaciones, o de las propias expresiones artísticas, se ha buscado que los alumnos relataran los que fueron sentimientos y vivencias, procurando así ayudar a devolverles el equilibrio perdido.

Un gran esfuerzo, porque en el sector oeste de la ciudad, donde persisten viviendas deterioradas y calles en mal estado, las huellas que dejó el Salado no se han podido quitar del todo. Y máxime en estos días, fríos, ventosos y con lluvia, que recuerdan de manera muy nítida lo que fue para todos ellos el inolvidable 29 de abril de un año atrás.


La recuperación
Las líneas oscuras que han quedado trazadas en las paredes, marcas casi indelebles de la altura a la que llegó el agua, se ven en viviendas y, claro está, también en las escuelas a las que el río alcanzó. En ellas hoy las clases se dictan con normalidad y, aunque persisten problemas, éstos nada tienen que ver con la realidad con la que se encontraron docentes, alumnos, sus familiares, vecinos, cuando regresaron a esos edificios donde el agua destrozó elementos de toda clase, historias, vivencias, sueños.

Pero la escuela santafesina supo recuperarse. Lo hizo a pesar de muchos problemas, entre ellas la falta de previsión, y hasta de respuestas, de las autoridades. "Hasta hace poco, cuando hablaba de la actitud de los docentes, no podía dejar de emocionarse", confiesa Tessa. Es que la tarea fue muy ardua, difícil, caló en lo profundo. Hay que terminar de recuperar edificios, trabajar en la prevención y evitar por todos los medios que el drama se reitere en esa zona de la ciudad, de por sí castigada por la miseria y el desempleo.

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En la Escuela Zazpe los chicos pidieron volver a las clases para olvidar el paso del agua.

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