 | jueves, 15 de abril de 2004 | Recientes y gruesos errores de la Justicia local con acusados de delitos sexuales Un infierno que no es una excepción Tras 14 meses preso y ser condenado por una violación, en noviembre de 1999 un estudiante fue liberado La pesadilla que acaba de vivir José Nasello tiene precedentes. No es la primera vez que, después de pasar algún tiempo en prisión, una persona es absuelta. Los casos de Leandro Riboldi y Jorge De Sanctis, son dos ejemplos muy frescos. Los dos fueron detenidos y acusados por los ataques del temido "violador del centro". Incluso Riboldi, que pasó 14 meses tras las rejas, llegó a ser condenado por la Justicia rosarina. Sólo la casual detención del verdadero abusador de mujeres, y su posterior confesión, permitió que eludiera el encierro.
"Violación fue lo que hicieron conmigo", dijo Leandro Riboldi a La Capital a las pocas horas de recuperar la libertad. El muchacho, de 23 años al ser detenido en septiembre de 1998, estudiaba Ciencias Económicas y trabajaba en el Hospital del Centenario.
Desde enero de ese año se sucedieron una serie de agresiones sexuales con patrones comunes. La mayoría de las víctimas eran estudiantes universitarias del interior que residían en departamentos céntricos. Los investigadores llegaron a contabilizar unos 14 episodios.
El 15 de septiembre de 1998 la policía detuvo a Riboldi. El parecido con la descripción física armado a partir del relato de las víctimas fue uno de los elementos de sospecha sobre el joven. Desde entonces se sucedieron 14 meses y 13 días que cambiaron la vida de Riboldi. Durante todo ese tiempo, Leandro dijo ser inocente. El juez de Instrucción Juan José Pazos lo sometió a una serie de medidas que alternaron resultados a favor del muchacho con la profundización de las sospechas sobre él. Pericias caligráficas, ruedas de reconocimiento, estudio de voz y un examen de ADN que no coincidió con su patrón genético, se sucedieron en un año.
A fines de noviembre de 1998 Leandro accedió a hablar con La Capital desde su celda de detención en la comisaría 27º de Arroyo Seco. Entonces dijo: "Es una atrocidad lo que me está pasando. La angustia no me la puede quitar nadie. Pasan los días y sueño con irme. No tengo nada que ver con todo esto", dijo. Fue procesado en diciembre de 1998 por dos de los delitos que le imputaban y la fiscal Graciela Argüelles pidió 12 años de prisión. El juez de Sentencia Ernesto Genesio lo condenó a 7 años de cárcel.
Su situación se alteró por azar: en noviembre de 1999 un joven médico, luego identificado como Néstor Omar Fica, fue apresado tras intentar ingresar a un departamento de Córdoba al 3000. Entonces, en la seccional 6ª y ante funcionarios policiales y judiciales, el muchacho se quebró y confesó ser autor de todos los delitos imputados a Riboldi.
Pocos días antes de que eso ocurriera el médico psiquiatra forense Jorge Di Sanctis fue apresado en su departamento ante su mujer y sus hijos de 10 y 12 años. Lo fue a buscar, en persona, el comisario Carlos Caballero, que hoy es jefe de Unidad Regional de Villa Constitución. "Te conviene decir la verdad, flaco, las cosas están mal para vos", aseguró De Sanctis que lo azuzaba el ahora alto oficial.
En el edificio de Di Sanctis hubo un robo y ataque sexual. Un día que el médico salía se cruzó en el palier con una chica que le dijo a la portera: "Este es el tipo que me violó. Lo reconozco por la voz". Ese dato sirvió para que el juez Carlos Triglia pidiera la detención. Estuvo seis días en la comisaría 2ª, durmiendo en una reposera. "A mi voz, que fue el indicio para detenerme, esa chica que vive en mi edificio pudo oirla en cualquier lado".
A Di Sanctis también lo salvó la confesión de Fica: el médico se adjudicó la violación del edificio de la calle Urquiza. Luego de ser liberado contaba que su vida había cambiado: empezó a experimentar fobias desconocidas, no deseaba ver a sus amigos y sentía continuos deseos de llorar.
"El comisario -recordaba Di Sanctis- me decía que mi perfil coincidía con el del sospechoso, que era una persona de 1 metro 80, educada, correcta al hablar. Yo no podía creerlo. Le decía que había 10 mil personas en el centro de Rosario con esas características". Por eso el psiquiatra estaba convencido: "conmigo hubo desprecio, no investigación".
Leandro Riboldi -que hoy ruega hacer su vida fuera de la exposición pública- tuvo su nombre restaurado en marzo de 2000, cuando la Cámara de Apelaciones revocó la condena de Riboldi y dictó su absolución definitiva. Ahora tramita una indemnización que, lo dijo muchas veces, jamás podrá repararlo. enviar nota por e-mail | | Fotos | | "Que mi experiencia sirva para que no le pase a nadie", dijo Nasello. | | |