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 miércoles, 14 de abril de 2004

Segunda jornada en el juicio oral a una banda de narcos de Las Flores
Una investigación policial bajo la lupa
Las escuchas son claves para la fiscalía y para la defensa. No se sabe qué pasó con 46 kilos de marihuana

La investigación policial que desembocó en la detención de 12 personas acusadas de integrar una banda de narcotraficantes de barrio Las Flores fue el eje de la segunda jornada del juicio oral por la importación desde Paraguay de 62 kilos de marihuana. Lo que dio origen a ese operativo fueron las escuchas telefónicas que la Dirección de Drogas Peligrosas de la provincia practicó con los teléfonos celulares de tres acusados. Ayer, los encargados de esas tareas de inteligencia desfilaron por el Tribunal Federal para dar cuenta de ese trabajo. Una cuestión medular en el proceso, ya que las defensas plantean que esas escuchas fueron ilegales y en consecuencia el proceso montado en torno a ellas debería anularse, mientras para la fiscalía allí se encuentran las pruebas para condenar a los acusados.

Desmemoria, titubeos y respuestas en clave policial que bien podrían ser extractadas de un acta de procedimientos signaron la segunda jornada por el juicio contra una supuesta banda de narcos de barrio Las Flores. Una decena de policías de la Dirección de Drogas dieron cuenta de los operativos en los que les tocó intervenir para detener a los imputados. Sólo el responsable de inteligencia en los procedimientos, que declaró por la tarde, se manifestó con precisión al respecto.

El 7 de septiembre de 2002 en la entrada a la ciudad de Santa Fe, cerca del túnel subfluvial, se decomisaron 62 kilos de marihuana que era transportada en un Fiat Duna. Drogas Peligrosas informó entonces que se secuestraron 108 kilos de esa droga, por lo que se ignora qué ocurrió con los 46 kilos que faltan.

Los acusados, entre ellos Sergio Colorado Arriola, sindicado como líder de la organización, fueron apresados por el peso de las escuchas telefónicas que la policía practicaba desde abril de ese año.

Esa metodología es la que estuvo ayer en el centro de la escena. El comisario Carlos A. Rodríguez, responsable operativo de inteligencia en los operativos, aportó una descripción detallada de cómo operaba la banda y desde cuándo la policía realizaba escuchas.

Rodríguez sostuvo que Arriola era claramente el líder del grupo, mientras el prófugo Ramón Gustavo Acosta se mostraba como su mano derecha. "Viajaba personalmente para buscar la droga, se cercioraba de que las operaciones fueran las indicadas y se encargaba del pago a sus proveedores", dijo. Antes de su detención, Arriola realizó por lo menos cuatro viajes al norte en busca de droga "y en todos los viajes era quien daba las órdenes, delegando el mando en ocasiones en Ricardo Ferreyra o en su hijo". La policía comprobó que utilizaba un galpón de la calle Cervantes, en el barrio Pueblo Nuevo, para hacer el depósito de drogas.

Los proveedores habrían sido tres paraguayos, identificados como Mingo, Carlos y Sebastián, quienes utilizaban celulares con características de Rosario. La droga era entregada supuestamente en algún punto de la provincia de Corrientes, que las escuchas telefónicas no permitieron localizar.

Por razones de seguridad, agregó el policía, Arriola cambiaba mensualmente de vehículo y utilizaba a menores para dar una apariencia familiar. En el viaje de septiembre, el grupo modificó su ruta habitual, ya que solía regresar a Rosario por el norte de Santa Fe y en esa ocasión lo hizo por Entre Ríos.

Según el responsable de inteligencia, las escuchas comprometen "claramente" a Arriola, su mujer María del Luján Barboza, Oscar Caminos y Jorge Ivanoff. El fiscal Eric Warr pidió entonces que se reprodujeran parte de las conversaciones grabadas.

Según Rodríguez, las conversaciones eran en clave. En uno de los diálogos, la mujer de Ramón Campito Giglione (conocido narco) le pedía "cuatro pares de zapatillas" a la mujer de Arriola; en otro, una persona no identificada solicitaba "tres camisas". En ambos casos se estaría hablando de negocios con drogas.

Otra de las grabaciones escuchadas ayer reveló un diálogo entre Arriola y Mingo, quien le proponía "negocios más grandes" de los que hasta entonces habrían realizado.


Con voz ronca
"A mí me traían los cassetes y yo los transcribía tal cual los escuchaba", dijo el agente Walter Hernán Mendoza. Su par Adrián Navarrete precisó que la desgrabación no era completa sino que sus superiores le indicaban qué párrafos debía extractar de las conversaciones. "Ellos disponían qué era de interés para la causa", añadió.

"¿Se respetaba el texto? ¿Cómo se realizaba la individualización de las personas", quiso saber el presidente del Tribunal, Santiago Harte. La respuesta fue un tanto vaga: el agente sólo pudo precisar que distinguía la voz ronca de Arriola y el acento de "gente del norte" del país.

Para las defensas, la cuestión de las intervenciones es central. El abogado José Fulladoza, que representa a Barboza, sostiene que se practicaron sin orden judicial y por lo tanto todo lo actuado a continuación es insustentable. Y con ese argumento pedirá la nulidad del mismo juicio. Asegura además que los cassetes fueron destruídos sin que se practicaran pericias de voz, por lo tanto la prueba "dejó de existir" y no hay forma de revisar el contenido de las escuchas.

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Parte de los doce acusados en el proceso oral.

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