| sábado, 10 de abril de 2004 | Editorial La ciudad, polo de servicios Rosario, que nació económicamente como hija directa de la benéfica influencia del río Paraná, atravesó durante el transcurso de su historia distintas etapas de desarrollo. Entre la ciudad puerto -recuérdese el "Granero del Mundo"- que fue a principios del siglo pasado y el polo de desarrollo industrial en que se convirtió después de la Segunda Guerra Mundial están ubicados los dos rostros principales de la urbe que carece de fundador. Pero el paso del tiempo, que trajo bruscas oscilaciones de la Nación en materia de modelos económicos, arrasó con las facciones de ambas históricas fisonomías rosarinas y desarrolló una nueva cara, cuyo rasgo más positivo pudo observarse durante los primeros días de esta Semana Santa signada por el alza del consumo: la ciudad como polo de ventas y servicios.
En efecto, y de acuerdo con los testimonios que recabó La Capital, se trata -desde el punto de vista comercial- de la mejor festividad pascual en el lapso de una década. El centro rosarino se transformó anteayer en un paisaje signado por la notable afluencia de gente en los comercios y la multitud que transitaba por las principales arterias contemplando las vidrieras y preguntando precios. De acuerdo con el presidente de la Asociación Amigos de la Peatonal Córdoba, Nelson Graells, el fenómeno no se producía desde hace diez años.
Las razones que dispararon el bienvenido aumento de un veinticinco por ciento en las ventas en relación con el pasado 2003 no sólo pertenecen a la esfera de la reactivación general que transita el país, sino a la nítida incidencia de factores del orden local. Por un lado, el flamante puente a Victoria ha permitido que los entrerrianos accedan rápida y fácilmente a Rosario, y lo hacen en buen número; no sólo provenientes de la propia Victoria, sino también de Nogoyá, Diamante, Concordia, Gualeguay y Paraná, desde donde llegan en colectivos especialmente fletados con el exclusivo objeto de "hacer shopping" en la ciudad, donde encuentran mayor variedad de productos y también mejores precios. Por otra parte, el excepcional momento que vive el campo -beneficiado por la devaluación y el elevado precio internacional de la soja- impulsa a los pobladores de las localidades vecinas al consumo.
Rosario debe estar más que atenta a las ventajas que puede reportarle este nuevo perfil, de polo central de un "hinterland" sojero. Para ello debe mejorar aún más el área de servicios hoteleros y, además, fortalecer la mentalidad necesaria para desempeñar este rol -ajeno a su pasado histórico- con la eficacia que se merece. enviar nota por e-mail | | |