| domingo, 28 de marzo de 2004 | Lipoescultura: Buenas formas El cuerpo humano ha sido motivo de inspiración para los artistas desde el comienzo mismo de la existencia humana. La representación de la silueta a variado según la tendencia artística de cada época, pero siempre se ha destacado la forma dependiente de partes blandas, algunas veces más prominentes y otras menos.
La escultura del cuerpo ha trascendido los límites originales del mármol o del bronce, llegando al escultor médico de la belleza: la lipoescultura. El perfeccionamiento de la silueta depende en la mayoría de los casos de dos hechos fundamentales: la disminución de las zonas excesivamente prominentes (lipoescultura) y el relleno de las regiones defectuosas en volumen, con la misma grasa de la paciente (lipotransferencia). Este método consiste en retirar los excesos adiposos (obesidades localizadas) y mediante un proceso sencillo implantarlo si se quiere aumentar alguna otra zona (glúteos, por ejemplo). El tejido graso conjuntamente con fibras colágenas, elásticas y otras células constituyen un tejido de sostén. La técnica de la lipoescultura respeta ese tejido y extirpa las células grasas (se utilizan cánulas de 2 mm a diferencia de la lipoaspiración que puede alterarlo dejando irregularidades).
Al extraer el tejido adiposo con cánulas muy finas se estimula la capa profunda de la piel porque mejora la circulación y se logra una retracción satisfactoria sin dejar bolsas. La lipoescultura no es un método para adelgazar: es para modelar. La silueta puede ser tipo ginoide (caderas anchas y espalda pequeña) o androide (caderas estrechas y cintura ancha). En la ginoide generalmente se extrae grasa de abdomen, caderas, muslos, entrepiernas y rodillas, en la androide se lo hace de la cintura y abdomen.
Con esta técnica se busca la armonía de las formas, estar de acorde a la moda y mantener la belleza.
Juan C. González Zocca
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