| domingo, 28 de marzo de 2004 | Carta natal, el mapa de la vida Goethe, escritor alemán, comienza su libro autobiográfico "Poesía y verdad" haciendo referencia desde el punto de vista astrológico al momento de su nacimiento: "Al mediodía del 28 de agosto de 1749, al sonar la duodécima campana vine al mundo en Francfort del Main. La constelación era afortunada, el Sol estaba en el signo de Virgo y culminaba para este día; Júpiter y Venus lo miraban amistosamente y Mercurio sin aversión; Saturno y Marte se comportaban con indiferencia; sólo la Luna, que acababa de alcanzar su plenitud, ejercía el poder de su oposición tanto más que su hora astral había llegado simultáneamente. Por ese motivo se oponía a mi nacimiento, que no podía tener lugar hasta que dicha hora hubiera transcurrido. Es posible que estos aspectos favorables, que en el futuro los astrólogos iban a valorarme en muy alto grado, fueran la causa de mi existencia".
Otro escritor, Hermann Hesse, en su libro "Demian" escribió: "La vida de todo hombre es un camino hacia sí mismo, la tentativa de un camino, la huella de un sendero. Ningún hombre ha sido nunca por completo él mismo; pero todos aspiran a llegar a serlo, oscuramente unos, más claramente otros, cada uno como puede". La carta natal es un mapa que nos guía en ese viaje hacia nosotros mismos: una imagen de ese cielo tal como aparecía en el momento y lugar del nacimiento que retrata nuestra realidad interior, nuestras pautas innatas y nuestros más íntimos designios.
Interpretar la carta natal es leer el dharma (misión) de la persona, decía Rudyhar, filósofo norteamericano, que a mediados del siglo pasado reformula los conceptos astrológicos en función de la psicología y la filosofía contemporáneas. EL dharma, en este sentido, es como el deber ser de la persona: la autorrealización, su misión interior, el uso de las facultades en el cumplimento de los deberes que las mismas capacitan para cumplir, y por este medio evolucionar internamente.
El filósofo Danés kierkegaard observó que la forma más común de la desesperación es la de no ser quienes realmente somos.
La carta natal es un mapa simbólico que nos puede guiar en el viaje hacia a nosotros mismos. Los tres factores básicos que se combinan para realizarla son: los signos (campos variados de energía) los planetas y las casas o sectores. Los signos son doce y tienen 30 grados cada uno, medidos sobre la eclíptica (recorrido aparente del Sol alrededor de la Tierra) y forman el zodíaco. Los planetas eran originalmente siete y ahora son diez, representando determinadas motivaciones, tendencias e impulsos psicológicos.
Estos se expresan por mediación del signo en el que se encuentran, tomando la modalidad de los mismos. Las casas representan el área de vida o campo de experiencia donde operan los planetas ubicados en un signo particular. Las casas también son doce y (dependiendo de la hora y lugar de nacimiento) no tienen todas los mismos grados como los signos. Son doce sectores que van de lo personal a los aspectos sociales y transpersonales del ser humano.
Cómo se expresan los planetas depende de los signos en los que se encuentran; dónde actúan o asociados a qué área de vida, depende de las casas o sectores en las que se encuentran ubicados. La carta natal es un mapa de nuestra existencia.
Los antiguos astrólogos dividieron el espacio celeste en signos (no son las constelaciones, toman de ellas sus nombres), para poder dibujar la posición de los planetas en el cielo, pero necesitaron además un marco de referencia que estableciera el vínculo entre el diseño planetario y una determinada persona, nacida en un momento y lugar preciso. Así nacen las casas que tienen que ver con la localización terrestre.
Además del movimiento de traslación causado por el Sol, la Luna y los planetas (planetas en signos), el horóscopo tiene en consideración la rotación de la tierra sobre su eje (casas). Para correlacionar los fenómenos celestes de los planetas que se mueven a través de los signos con el fenómeno terrestre de la rotación, los astrólogos dividieron las 24 horas de rotación de la tierra en casas o sectores, basado en el tiempo que necesita el Sol para pasar de su posición al amanecer, al mediodía, al atardecer y a medianoche representando los cuatro ángulos más importantes de la carta natal: ascendente, mediocielo, descendente y fondo de cielo.
El signo que se encuentra en el horizonte oriental en el momento y lugar de nacimiento se llama signo ascendente. El ascendente o cúspide de la primera casa, coincidente con la primera respiración, representa el comienzo de un ciclo reflejando nuestro aparecer en el mundo y como nos enfrentamos con la vida. O como diría Sasportas, cofundador de la Facultad de Estudios Astrológicos Psicológicos de Londres: "Es la lente a través de la cuál percibimos la existencia, la visión que traemos a la vida, nuestra manera de categorizar el mundo". Y da estos ejemplos: "si el signo que se eleva es Sagitario, percibiremos un mundo de múltiples opciones y posibilidades emocionantes que nos invita a explorarlo y crecer. Si en cambio el ascendente es Capricornio, se dará a través de una lente más reducidad por obra del temor, la precaución y la responsabilidad".
El signo ascendente alude al nacimiento real, pero también a la imágenes innatas y expectativas que tenemos cada vez que queremos dar comienzo a algo. El estilo con que enfrentamos la vida se revela en el ascendente y es la senda que nos lleva al Sol (el signo del cuál somos). Liz Green, compañera de Sasportas, dice: "El Sol es el tipo de héroe que somos, el ascendente es la búsqueda en que debemos empeñarnos. El Sol es el porqué estamos aquí, el ascendente es el cómo llegamos allí". En la astrología tradicional, el signo que está en el ascendente en el momento de nacer se lo describe como nuestra forma de ser o personalidad asociado también a la predisposición física, constitución y fisonomía.
Cristina Giménez
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