Mato Grosso: Brasil escondido

Recorrida por las ciudades de Campo Grande y Bonito. Excursión al Parque de las Naciones Indígenas

Nuestro destino: Mato Grosso. Este es el viaje que soñamos durante años y realizamos en enero de 2004, con una primera escala en Asunción del Paraguay, donde recorrimos edificios emblemáticos de su historia, íntimanente relacionados con la Argentina: el Panteón de los Héroes, la Casa de la Independencia y la sede del gobierno.

Todo muy cercano en el centro de la ciudad y del puerto, dentro de un marco colonial, conviviendo con una capital muy activa comercialmente, con tres shoppings muy modernos y un pintoresco parecido con el Brasil cercano, que aumenta a medida que la frontera se aproxima.

Allí atravesamos la denominada "cordillera" paraguaya que se funde con la sierra de Bodoquena en Brasil, configurando un paisaje de monte cerrado con serranías y fértil tierra colorada, donde prosperan la soja y la cría de ganado, y también los asentamientos de los "sin tierra".

Nuestro primer destino fue Campo Grande, la capital del estado de Mato Grosso del Sur, una ciudad moderna, planificada, con infraestructura muy completa donde lo más destacable es el Parque de las Naciones Indígenas, que ocupa un área de 119 hectáreas, con 4.000 metros de senderos para caminatas y un lago. El espacio tiene como objetivo la preservación y por ello contiene una reserva ecológica donde se puede disfrutar de la naturaleza y de encuentros sociales.

Por la noche y por tratarse de un fin de semana, visitamos la Feria Central, espacio popular dedicado a la venta de artesanías, frutas, verduras y platos de la cocina regional y nacional, tales como caldo de piraña y filé de jacaré además de las tradicionales cocadas y brigadeiros. Es el espacio más popular que no se debe dejar de visitar.

Camino a Campo Grande hay varios lugares interesantes como Miranda, punto de partida del Pantanal, ideal para pescadores.


Ciudad de Bonito
Nuestro destino final era Bonito, una pequeña ciudad turística, muy acogedora, preparada para la aventura, con propuestas que incluyen flotar o bucear en ríos de aguas transparentes -Formoso y Formosinho-, descender por cascadas y rápidos en flotadores individuales y visitar grutas como la del lago Azul que se encuentra a 80 metros de profundidad y cuyo descenso permite ver las increíbles aguas de un lago subterráneo de un azul intenso, efecto logrado por la luz del sol penetrando a través de la boca de la gruta. Los más intrépidos pueden optar por el descenso en rappel del abismo Anhumas.

Y, por supuesto, existe la posibilidad de emprender travesías entre la frondosa vegetación a pie sobre pasarelas o a través de cabalgatas. Estos caminos conducen a ríos increíblemente limpios, no contaminados y de agradable temperatura, donde se pueden observar a simple vista peces -piratungas, curimbas, dorados- o bien tomar baños debajo de las cascadas.

Toda esa región es un santuario ecológico fuertemente comprometido con la no contaminación, lo que se visualiza en las recorridas.

Nos hospedamos en un hotel con cabañas elevadas y apartamentos en un entorno natural y rodeado por los dos ríos mencionados, con todo el confort. La estadía se hace muy enriquecedora por el permanente contacto con la naturaleza, siendo posible en las mañanas bien temprano avistar monos, aves y otros animales característicos de esa zona.

Este paraíso ecológico nos deparó una experiencia inolvidable no sólo por la pródiga naturaleza sino también por la atención hospitalaria y esmerada de su gente. Una mirada diferente del Brasil rural junto al Pantanal.

Beatriz Fernández y Delia Donzelli

Gruta del lago Azul, en Bonito.