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 domingo, 07 de marzo de 2004

A un mes del asesinato de María del Luján Saucedo
Preguntas sin respuesta en el feroz crimen de una enfermera
Tenía un embarazo de 7 meses. Todavía no se sabe como y por qué la mataron

Paola Irurtia / La Capital

El mes transcurrido desde la muerte de María del Luján Saucedo dejó dudas e incertidumbre en la familia de la chica, que fue asesinada e incinerada en un cañaveral ubicado detrás del cementerio de Villa Gobernador Gálvez el 6 de febrero pasado. Mientras la investigación policial no aporta respuestas, la familia no encuentra una sola causa para un crimen tan feroz. Suponen odio, por la forma en que el o los asesinos manipularon y quemaron el cuerpo de su hija, aunque encuentran lógico que lo hayan hecho con el propósito de borrar posibles huellas. Así transitan cada día, entre las sospechas que tejen sus pensamientos y el tiempo que la policía les pide para resolver el crimen.

María del Luján tenía 21 años, un nene de tres al que adoraba, una pareja estable y un embarazo de siete meses que había ocultado a su padre. También estaba empleada en un geriátrico, donde se desempeñaba con vocación como enfermera. Sus amigas eran sus compañeras de trabajo. Y tenía un carácter muy reservado, aunque era muy compañera de sus padres y su pareja.

Ramón Saucedo, su papá, fue renuente a hablar del crimen de su hija desde el primer día. A un mes del homicidio, la ausencia de una explicación y el dolor por las pérdidas que ese crimen le ocasionó lo impulsaron a quebrar el silencio. Después de la muerte de "Lu", como la llamaba, el papá de su nieto reclamó la tenencia del chico y el hombre siente que perdió también al pequeño, que antes iba y volvía de la casa de sus abuelos en forma cotidiana. Aunque mantiene un trato frecuente con el nene, en un régimen estipulado desde Tribunales.

Ramón lleva 23 años como empleado de un frigorífico y con su esposa tiene otros dos hijos. Se muestra tranquilo y habla en forma pausada. "Soy el eje de la familia y esto hay que pasarlo con sangre de pato, muy frío", explica el hombre en el departamento de Laprida al 6300 en el que antes vivían su hija, su hijo y su pareja.


En busca del responsable
Saucedo se muestra muy cuidadoso para tomar cualquier decisión. Consultó sobre la tenencia de su nieto antes de que el padre se presentara con la cédula que le imponía un régimen de visitas. Fue a buscar asesoramiento para reclamar el cuerpo de su hija, que aún no pudo sepultar en espera de los resultados de las pruebas genéticas. Tiene paciencia y cuando siente que el odio o la bronca van ganando espacio ruega conservar la calma. Quiere encontrar al culpable de la muerte de Luján y la respuesta a un crimen atroz.

Saucedo cree que el crimen pudo ser planificado, por el lugar donde apareció abandonado el cuerpo. "Es el único cañaveral que hay allí. Lo deben conocer sólo los de la zona y a las seis de la tarde el lugar es de temer, así que si lo llevaron más tarde tenían que conocerlo desde antes. Lo raro es la celeridad con que ocurrió todo. Desde que la mataron (entre las 20 y 20.30 de acuerdo a la autopsia) hasta que la tiraron ahí -dijo el hombre-. Uno no puede andar con un cuerpo por todos lados".

La familia Saucedo también está sorprendida porque ése fue el único día en que Luján salió sola. Se supone que fue a comprar lo que necesitaba para festejarle el cumpleaños a su hijo, trece días después de su muerte, o a pagar el salón donde sería la fiesta, que sólo había señado por el atraso en el cobro de su sueldo.

La familia está convencida de que Luján iba a llevar a término el embarazo que cursaba y niegan que el día de su muerte hubiera intentado interrumpir la gestación. "Era enfermera y sabía el riesgo que podía correr (ya que tenía más de cinco meses de embarazo)", dijo su padre. Aún si lo hubiera planeado esa semana, creen que lo hubiera hecho en otro momento. "Tuvo tres días franco y antes vacaciones", indicó. El día de su muerte, Luján salió de su trabajo a las 14. Había avisado a los abuelos paternos de su otro hijo que iría a buscarlo más tarde de lo habitual y avisado a los suyos que iría a verlos a las 18. "No lo hubiese planeado ese día, no tenía tiempo", aseguran. Y están convencidos de que a pesar sus reservas, la chica hubiera pedido que la acompañara alguien si iba a someterse a una intervención tan riesgosa.


Desorientados
Fuera de esa posibilidad, la familia cree que cualquiera pudo haberla atacado. Desde un ladrón común, a las personas con quienes tenía diferencias. Sin embargo, hasta el momento la policía no obtuvo ningún elemento para dar sustento a tales sospechas.

Las dudas más fuertes se centran en la relación laboral de Luján, que según sus familiares en varias oportunidades volvió llorando de su lugar de trabajo -en Pueyrredón y Arijón- quejándose del trato que recibía, un aumento que no llegaba o los días de pago que se hacían esperar. "Ni la dueña ni su esposo, que también trabajaba con ella se acercaron a manifestar pesar", señaló el padre.

Ramón Saucedo cree que el crimen debe esclarecerse para que su hija descanse en paz y su familia encuentre las respuestas posibles a su muerte.

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Ramón Saucedo, el padre de la víctima.

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