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 domingo, 07 de marzo de 2004

Arquitectura: Vivir de a dos

La decisión de ir a vivir juntos, con seguridad, se vuelve sumamente interesante, pero puede ser que por el hecho de empezar a compartir "todo" surjan -al cabo de un tiempo- ciertas asperezas que suelen estar relacionadas con resignar la individualidad de cada miembro de la pareja.

No cabe duda que el hecho de convivir bajo un mismo techo trae consigo el interés de funcionar como equipo o grupo, de tomar decisiones juntos, pero no debemos olvidar que cada uno necesita también preservar sus gustos, actividades, tiempos personales.

Para poder lograrlo, el sitio que elijamos para vivir puede colaborar o no a las condiciones de habitabilidad. Al momento de planificar un lugar para construir o bien cuando elegimos uno ya realizado, debemos recordar que los espacios nos permitan tener lugares para estar juntos pero también para poder estar solos. Este lugar tiene que estar definido de manera que se manifieste cierta pertenencia, y donde cada uno pueda seguir desarrollando sus actividades personales.

Existen muchos recursos arquitectónicos para ello, sin necesidad de construir metros cuadrados de más. A veces un biombo, una mampara con vidrios translúcidos, un cortinado, un mueble, pueden ser suficientes.

Otro aspecto a tener en cuenta en el momento de elegir un lugar para vivir, es que el ámbito sea permeable a cambios que la pareja pueda ir realizando con el tiempo.

Llegar a un sitio terminado, donde los espacios son difíciles de adaptarse a nuestro gusto, nos privará de la experiencia de crecer como pareja. Reformar la vivienda, amueblarla, son buenas excusas para consensuar, discutir, acordar, lo cual pondrá a prueba la capacidad de tomar decisiones conjuntas y de comprometerse con proyectos comunes.

Lo ideal es armar espacios de vida común, y otros de sustento de la individualidad donde seguir en contacto con las actividades que más nos gustan.

Silvina Donnola

Arquitecta

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