| miércoles, 25 de febrero de 2004 | Editorial El control de los boliches Las palabras que encabezaron las crónicas del hecho no perseguían la originalidad, sino describir con el mayor grado posible de precisión lo sucedido. Y así, el lugar común demostró una vez más su eficacia: "Pudo haber sido una tragedia", se escribió acerca del derrumbe del puente de acceso a la disco La Usina, situada sobre una plataforma en el río Paraná a corta distancia de la usina Sorrento, acaecido en la madrugada del pasado domingo. Una treintena de jóvenes cayó como consecuencia desde dos metros de altura y aunque no hubo que lamentar heridos graves ni víctimas fatales, fue debido sólo a la buena fortuna. La pregunta que quedó en el aire es: ¿se realizan con el suficiente rigor y la necesaria frecuencia los controles que garanticen la seguridad de los boliches nocturnos?
Bien sabido es que el hábito juvenil de salir durante cada vez más noches de la semana hasta altas horas de la madrugada ha provocado como lógico rebote la proliferación de sitios de diversión en el ejido urbano rosarino. Muchos de ellos, al compás de las modas, son de efímera vida. Y la impresión que inevitablemente subyace es que así como pocas veces se supervisan los niveles de ruido que generan -auténtica tortura para los sufridos vecinos-, en otras ocasiones la misma infraestructura material dista de cumplir con los requisitos mínimos para garantizar no ya el confort, sino la integridad física de los asistentes.
Lo ocurrido en La Usina se relaciona, más allá de la imprevisibilidad de cualquier accidente, con la gran cantidad de público que colmó aquella jornada el lugar para participar de una fiesta de música electrónica. Tal vez, ni en el momento en que se proyectaron y erigieron las instalaciones ni tampoco cuando se las habilitó se tuvo en cuenta que los niveles de asistencia de gente iban a desbordar de tal modo sus reales posibilidades.
Los testimonios al respecto son contundentes: "La capacidad del boliche estaba sobrepasada, era impresionante la cantidad de gente que había, prácticamente no se podía caminar", aseguraron a coro a este diario muchos de los jóvenes presentes.
¿Negligencia? Como mínimo. Pero situaciones como la vivida en la disco instalada sobre el río se producen fin de semana tras fin de semana en otros locales nocturnos de la ciudad. Habrá que reforzar controles. Y si bien la misión es compleja, tomar conciencia de su dificultad -y también de su importancia- es el primer paso para concretar con celeridad el objetivo. enviar nota por e-mail | | |