| miércoles, 25 de febrero de 2004 | Inseguridad en las calles "Ya me habíais alertado sobre la cantidad de bandidos que plagaban el país, el peligro de sus caminos y lo expuesto y arriesgado que se hace el recorrerlos y aún vivir y tener la morada lejos de las plazas fuertes. ¿Cómo es que el rey o las cortes no hacen nada para mitigar tamaña desmesura ni prevenir estos delitos? ¿No están para ello las Hermandades? ¿Es posible que el pueblo esté tan indefenso?, inquirió de Salinas. Vuestras preguntas muestran bien a las claras que no examináis el tema de la manera más adecuada y ajustada a la realidad. Desde luego que la seguridad en los caminos y en sus propias viviendas es la mayor preocupación de los habitantes, pero que esto sea así, constituye también una necesidad de los reyes. Que el hombre sea temeroso y esté amedrentado es beneficioso para los monarcas. (...) los malhechores, salteadores, facinerosos y bandoleros, como os decía, cumplen una función de gran valor y son muy beneficiosos para los soberanos, pues contribuyen a que impere la inseguridad en las calles, el desasosiego en los caminos y en los andurriales de las plazas fuertes; y esta actividad, al aumentar el temor, favorece el respeto de las leyes, atempera el ánimo de los vasallos, hace que los pecheros paguen sus impuestos y, finalmente, asegura la obediencia del pueblo. Para cualquier gobierno sería un total desatino prescindir de unos servicios como éstos, los que, por otra parte, no traen aparejado desembolso alguno, pues se financian ellos mismos, por su propia industria". El fragmento ha sido tomado de las páginas 38 y 39 del libro "El Castillo y el Brocado" de Alejandro Sicardi. Novela histórica, en la España de los Reyes Católicos. Presentada en abril de 1999, en la sala M. Cané de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Alejandro Sicardi, médico, escritor, docente de Salud Mental de la Facultad de Medicina, UBA
enviar nota por e-mail | | |