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 domingo, 22 de febrero de 2004

La Rioja: Los tres días de La Chaya
La fiesta se realiza en el predio El Puquial de la capital provincial cuando termina la cosecha de maíz

La fiesta de la Chaya se está realizando desde ayer en el predio El Puquial de la ciudad de La Rioja. Es una de las expresiones más populares de los riojanos que finalizará mañana ante la presencia de numeroso público.

La Chaya Riojana, también llamada "La fiesta de los tres días", ya existía en América antes de que llegaran los conquistadores españoles, a quienes asombró este espectáculo de agua y danzas con que los diaguitas festejaban el final de la cosecha.

Los que estudian las costumbres de los pueblos nativos explican que la chaya es la manera que encontraron esos hombres para dejar salir las emociones contenidas. Dicen que la máscara de harina deja que caiga la otra, la verdadera, y que el corazón sólo responde al son de una copla y a la alegría del sol y del vino.

Esto ocurre en febrero, bajo el cielo estrellado de La Rioja, cuando se termina de cosechar el maíz y la vendimia del vino patero. Entonces las murgas y las carrozas bajan desde los barrios para celebrar el tradicional carnaval en una tierra con sentimientos profundamente religiosos como fiestero.

Una vez al año las calles se convierten en escenario de los "topamientos", los acercamientos festivos que protagonizan los riojanos para compartir una de las manifestaciones culturales más importantes y tradicionales del norte argentino.


Había una vez...
Cuenta la leyenda que fue en la madurez de un verano cuando una bella niña india, dolida por su amor imposible hacia Pujllay, príncipe alegre y juguetón, se adentró en las montañas y se convirtió en nube.

Una nube que vuelve cada año para colmar de alegría a la tierra y al corazón del "aylly" -su tribu- posándose como gota de rocío en los pétalos de la flor del cardón. De allí su nombre, chaya, que significa "agua de rocío", y la veneración a aquella diosa India.

El padre Martín Horacio Gómez, quién desde hace varios años bendice con agua y albahaca la primera noche de La Chaya, cuenta que esta costumbre comenzó a arraigarse hace mucho tiempo cuando los hombres, galantemente, rociaban con agua ramitas de albahaca para arrojarlas al paso de las mujeres.

De esa leyenda se conserva la costumbre de simbolizar en el Pujllay al "anti-héroe", un personaje sufriente y resignado que adopta la apariencia de un muñeco de trapo, andrajoso y desarticulado, que no obstante preside la algarabía popular.

Este héroe ridículo, remora penosa de aquel príncipe indio, a quién los ancianos de la tribu le impidieron concretar su amor con la bella Chaya, acusado de ser "un cabeza hueca", muere finalmente borracho en el fogón de una fiesta.

Precisamente, con cierto sabor a tragedia griega, este personaje protagoniza la "Quema del Pujllay", y el entierro de sus cenizas, ceremonias con las que finaliza el carnaval, en medio de juegos con harina, talco, pintura y ramitos de albahaca.


Carnaval americano
Según relata Juan Zacarías Agüero Vera, en su libro Divinidades Diaguitas, "las fiestas del carnaval americano son en honor del dios diaguita Pujllay, que por ser celebradas entre cosecha y otoño mezclan alegrías y tristezas", agregando que "del viejo ritual quedan el ídolo, los coros, la vidalita y el tradicional entierro simbólico".

Por último una serie de bombas de estruendo y fuegos de colores marcan, cada noche, el comienzo de esta celebración tan sentida como popular.

Pero es cuando suenan los acordes de la chaya que aflora toda la alegría de esta fiesta, comienzan los bailes y los cánticos mientras se escucha la ya emblemática frase: "Salud riojanos, La Rioja vuelve a chayar".

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