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 domingo, 22 de febrero de 2004

Novedoso sería informar que no asaltaron el súper de Güemes y Alvear
Pero no podrá ser porque El Saturno parece tener un abono para los cacos: ahora sustrajeron tres mil pesos

María Teresa Gobbini, la dueña del supermercado El Saturno, saluda con familiaridad. Un lazo arraigado y costumbrista la vincula a los periodistas que tienen el hábito de visitarla después de un robo. Sufrir un asalto como el del viernes a la tarde en su negocio ya no la sorprende. Dice con resignación que el penúltimo atraco ocurrió el 17 de enero. Y que ya fue objeto de diez robos a mano armada en los últimos dos años. El golpe de anteayer les reportó a los hampones una utilidad de 3 mil pesos.

El viernes a la tarde el autoservicio ubicado en el cruce de Alvear y Güemes estaba colmado. A las 18.30 dos muchachos que parecían ser clientes desenfundaron las armas de fuego que portaban y encañonaron a los empleados y a los compradores. "Algunas mujeres del susto se descompusieron", afirmó Gobbini. Ayer a la mañana la encargada del local no estaba porque se estaba recuperando, según contó la comerciante, de la descompensación que sufrió después del ilícito.

Los intrusos se apoderaron del efectivo de las tres cajas habilitadas y se marcharon en una moto Honda de 100 cc. Un rato después, una patrulla del Comando Radioeléctrico interceptó el paso de dos motociclistas y entonces presumieron que se trataba de los maleantes porque "sus rasgos físicos" coincidían con los jóvenes que habían asaltado el supermercado.

Hubo una persecución que se extendió por varias cuadras. Según indicó una fuente policial, los fugitivos tomaron por Matienzo de contramano. Doblaron por Vélez Sarsfield en dirección a Felipe Moré y, una vez allí, el muchacho que viajaba en el asiento trasero abrió fuego para cubrir la huida. Un balazo atravesó el parabrisas del móvil policial y otro perforó el radiador.

El escape continuó por Felipe Moré hacia el norte, donde los ladrones abandonaron la moto porque se pinchó una cubierta. Después, doblaron por la cortada Campichuelo, atravesaron las vías y desaparecieron por la villa ubicada a unos doscientos metros.

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La dueña de El Saturno parece resignada.

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