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 domingo, 22 de febrero de 2004

Mucho celo y pocos hinchas en el arribo de la delegación de Boca
El plantel xeneize llegó a las 17 a Rosario en medio de un dispositivo de distracción

Boca Juniors llegó ayer a Rosario con mucho menos expectativas que la última vez que pisó esta ciudad, pero que se vio reflejada también de esa forma por el excesivo celo que puso para que su presencia pasara lo más desapercibida posible.

Quizás porque las cosas no vienen tan bien, quizás porque Boca es Boca. Lo cierto es que la delegación arribó al hotel Plaza Real, de calle Santa Fe al 1600, con el mayor de los sigilos. Es más, los empleados del alojamiento tenían la orden de no informar a qué hora llegaría el micro con la delegación xeneize, como si fuera un secreto de estado.

Evidentemente, la orden emanó del técnico Carlos Bianchi, como la de no hacer declaraciones públicas, algo que también ocurrió en la víspera del único partido que su equipo perdió en el campeonato pasado frente a Newell's Old Boys. En aquella oportunidad, y debido a una denuncia policial, el micro con la delegación inclusive demoró su salida de Rosario tras el 0-1 hasta tanto no declarara el ayudante de campo Carlos Veglio por una supuesta agresión a un periodista de un canal de cable local.

Será por eso, o porque el ánimo no es el mejor luego de la derrota en la Copa Libertadores ante Bolívar de La Paz y el empate ante Gimnasia en la Bombonera en el debut del Clausura, que Bianchi buscó por todos los medios que nadie moleste a sus jugadores. Y evidentemente el calor popular o las preguntas de la prensa lo hacen.

Boca llegó a su alojamiento alrededor de las 17. Inclusive después de esa hora, desde el hotel mantenían el latiguillo de que no podían decir nada. Lo llamativo del "operativo ingreso" es que inclusive se montaron delante de la fachada del Plaza Real cuatro antiestéticas vallas antimotines, desde todo punto de vista un exceso, como así también la custodia permanente en la puerta de dos patrulleros.

Muy pocos hinchas recibieron entonces al plantel y la mayoría de los jugadores optó por retirarse rápido a las habitaciones. Unos pocos pararon a firmar autógrafos, como Clemente Rodríguez y Roberto Abbondanzieri, los cuales también se dignaron a salir del hotel a la tardecita para satisfacer a los pocos fans que se bancaban la espera, para observar aunque más no sea al Mellizo Guillermo Barros Schelotto y al pibe Nery Cardozo tomar algo en la confitería.

Boca nunca pasa desapercibido y menos si se monta un operativo para lograr ese cometido. Por más que se ponga un celo que raya con el ridículo.

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Abbondanzieri fue uno de los pocos que se dignó a firmar autógrafos.

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