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 domingo, 22 de febrero de 2004

¿Te acordás hermano?... de Alberto Ducca
El centrojás de Central del 54 al 60 recuerda los torneos de baby y Evita, y la vida en Bella Vista a mediados del siglo pasado

Miguel Pisano / La Capital

"Nací en Bella Vista, el mejor barrio del mundo, donde nacieron Cachilo Curto, aquel wing de Belgrano; el Tato Mur y Pacú Díaz, aquel half izquierdo de Provincial que brillaba cuando transpiraba", se ufana el Beto Ducca, con su inconfundible vozarrón tanguero, similar al del Coco Basile, en el extenso café que comparte con Ovacion. Alberto Antonio Ducca, aquel recordado centrojás de Central de la década del 50, nació el 20 de octubre del 34 en Godoy y San Nicolás, donde comenzó a jugar en los inolvidable torneos de baby. Cadena gruesa de plata, camisa guayabera cremita fuera del pantalón, anillo de sello de oro y el cabello generosamente peinado hacia atrás con gel -la gomina que no usaban los muchachos de antes-, el Beto saluda con formalidad, prende el enésimo Parliament y se pone a monologar sobre el fútbol de antaño, en una suerte de zapping o surfing futbolero, casi como cuando corría todo el día detrás de una pelota en los picados del barrio.

-¿Dónde empezaste a jugar?

-En Morning, que formaba con Palmintieri; Lancre y Mattano; Roteni, Ducca y el Indio Lencina; Ojito Valle, Matías Cardozo, el Hugo Di Giorgio -que era grandote y fulbá pero Vila Consiglio lo puso adelante-, Rubén Farruggia y Yudica. Pero a los 14 años, en el primer torneo Evita, jugamos la final para Sportivo Pasco contra Newell's. Terminamos invictos y se definía por córners a favor y perdimos 2 a 1. Me acuerdo de que el Chino Palmintieri la sacó al córner y se quería morir.

-¿Cómo eran los torneos de baby?

-Jugábamos de seis, en la cancha de básquet: el arquero, dos fulbás y tres delanteros.

-¿Y los torneos Evita?

-Inolvidables. Teníamos un escudo de Evita grabado en la camiseta y empezamos a jugar con botines y canilleras.

-¿Cómo llegaste a Central?

-A través de don Paco Ortega, un delegado de la quinta de Central que trabajaba con mi hermano Ramón en los talleres de la Empresa Mixta, de los tranvías. Ortega y Montero eran los delegados y fui a probarme con Gerardo Babacho Ribas, un técnico paraguayo de la primera, y jugué dos años en quinta, dos en cuarta, en los que salimos campeones los cuatro años, y llegué a primera.

-¿Cuándo debutaste?

-El 1º de agosto del 54, cuando le ganamos 9 a 2 a Tigre en Central, en un partido muy triste porque el arquero era Ruggilo, El León de Wembley, al que Federico Flynn le había dado una plaqueta antes del partido y después lloraba como una criatura. Me acuerdo de que el Cartero Portaluppi le hizo cuatro goles, uno con la derecha, con "la de palo", como decía Juan.

-¿Qué recuerdos tenés de Pancita Biagioli?

-Los mejores. Jugábamos en contra, él era el capitán de Sportivo Pasco y yo de Central. Y después hicimos juntos todas las inferiores, desde la quinta hasta la primera. El era mucho más jugador, pero yo debuté antes.

-¿Fue el mejor defensor de Central?

-Para mí el mejor fue Federico Vairo, pero Pancita hacía una chilena que te sacaba el sombrero. Vivía en Pasco entre Corrientes y Paraguay, fue verdulero y diariero, y era hijo de la calle.

-¿El mejor equipo de Central de tu época?

-Yo jugué del 54 al 60, cuando fui capitán porque era el más veterano. Central formaba con Bertoldi; Casare y Cardozo; Alvarez, Ducca y Poi o Miguel Larrosa; Converti, Sánchez, el Gitano Juárez, Castro o el Coco Rosa y Chiquito Giménez.

-¿El Coco Rosa jugaba tan bien como decían?

-Rosa y Juárez eran dos centrofóbales que no cabeceaban, pero Di Loretto, un gringo de Firmat, le pegaba más fuerte con la cabeza que con el pie. Y Haroldo, como le decíamos a Larrosa, era mejor, de insai derecho la pisaba y amagaba como loco hasta que se fue a Italia.

-¿Lo viste jugar al Tato Mur?

-Yo era del barrio y lo vi jugar en Central y en la canchita de Racing. Fue un genio, un fenómeno, ese sí que era un malabarista. Levantaba una moneda del suelo y hacía jueguitos.

-Sos tanguero.

-¡Sí...! Y lo bailaba bastante bien, pero nunca pude aprender a cantarlo, aunque sé la mayoría. Con Larrosa estábamos siempre juntos y lo cantaba una barbaridad. El era fanático de Gardel y yo de Julio Sosa. Con el primer mango que agarré me compré un combinado y un montón de discos de pasta.

-¿Cómo era el mundo en los 50?

-Meta mate, y leche salteada. Jugábamos con la pelota de trapo, de maíz, casi nunca de fútbol, a los pocitos, pasaba el tranvía, íbamos a la pizzería, al matiné del cine de Godoy y San Nicolás, a ver El enmascarado al Sol de Mayo, donde Bigote era el bombonero... Eramos felices.

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El Beto Ducca compartió más de una hora de charla con Ovación.

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