No anda bien, pero sigue siendo Boca

Es cierto que el comienzo de año no es el ideal para los parámetros que maneja Boca desde finales de la década del 90. Tan real como relativo. El equipo de Bianchi, en lo que va de 2004, sólo derrotó a Independiente (3-1) por el pentagonal de verano y perdió sucesivamente con Racing (0-1), San Lorenzo (0-1) y River (dos veces, 0-1 y 1-3). Empató con Gimnasia (0-0) por la primera fecha del Clausura y cayó ante Bolívar en La Paz (1-3) por la Copa Libertadores de América.

La discusión casi filosófica sobre la escasa importancia de los torneos de verano (sobre todo cuando no se gana) permite otorgarle cierto aire a un equipo que venía de ser campeón intercontinental. De todas maneras, las derrotas frente a River generaron cuanto menos una alta dosis de mal humor.

La igualdad ante los triperos es una cosecha escasa para la costumbre xeneize y la caída en la altura boliviana debe considerarse lógica si se toman en cuenta las dificultades que tienen todos los equipos y selecciones que van a jugar al Hernando Siles.

Justificaciones y/o atenuantes al margen, Boca cuenta con el mismo plantel con el que derrotó a Milan en Tokio y se consagró en el Clausura. Sólo le falta Sebastián Battaglia, que por ahora sólo mostró, como dato negativo en el funcionamiento xeneize, las dificultades que tiene Cascini para hacerse dueño de la mitad de la cancha.

Todo es bastante relativo hasta aquí, como lo reconoce Mariano Messera cuando dice que "no tiene puntos débiles" y que "son los campeones de todo" (ver aparte).

No se debe caer en el error de asegurar que este Boca no es aquel. En todo caso, podrá decirse que todavía no encontró el funcionamiento y los resultados que lo llevaron a ser el mejor equipo del mundo apenas un puñado de meses atrás.

El recorrido del año futbolístico es por ahora demasiado corto como para agarrarse de un calificativo casi temerario para un equipo que en el peor de los casos merece el mayor de los respetos, que supo ganarse sin objeciones dentro de la cancha.