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 domingo, 22 de febrero de 2004

Entrevista
Jorge Bucay: Muestro lo que creo, pienso y hago"

Aurelio Alvarez

Hace una década que viaja a España, dos veces por año. Ostenta otro 10, el correspondiente al número de ediciones que lleva aquí "Recuentos para Demián", sin contar los otros 6 libros que hacen furor entre los seguidores que tiene en la Península.

Jorge Bucay pasó por Valencia para dar un seminario sobre su trabajo, explicando de qué modo utiliza los cuentos como herramienta terapéutica. Además ofreció una charla introductoria sobre parejas, tema de otro encuentro que tendrá lugar en marzo, mes de las Fallas. "Soy un amante de los ritos populares, vuelvo a España cuando todo el mundo se va y me voy cuando la gente se queda, sobre todo en el verano, en la costa, en Nerja (Andalucía), donde también vivo", comienza diciendo en la charla mantenida en el restaurante del céntrico hotel donde se hospedó.

- ¿De qué hablaste en el seminario con tus colegas valencianos?

- Además de ser un terapeuta gestáltico, yo soy un especialista en la utilización del cuento como recurso terapéutico. Y de esto hablé.

- ¿Qué posee el cuento para ser útil a la gente?

- El cuento tiene muchas cosas. En principio, una evocación regresiva interesante. Se vuelve a un espacio de aquel niño que todos conservamos adentro, al que en realidad le gusta que le cuenten cuentos. Inés Barredo, escritora marplatense, publicó una novela, "Vivir jugando" (creo que así se llama) cuyas dos primeras páginas son lo más glorioso que he leído como terapeuta, a pesar de que ella no lo sea. En sus primeras páginas explica cómo comprendió que cuando uno cumple nueve años no deja de tener ocho, y que lleva todo un año a los 9 quedarse con los ocho, y que cuando se llega a los 40, como yo, no se deja de tener 20, 14, 10, 8 ó 3. Lloramos igual que lo hacíamos a los cuatro años, podemos enamorarnos como a los 15 y enfrentarnos con responsabilidades tal como a los 30. Al leer un cuento, escuchar a alguien que sabe contarlo, tu niño interno oye con sus oídos ingenuos y menos intelectuales, afortunadamente, y se adueña de tu corazón, ventilando sus emociones. Un individuo que permite que sus emociones se ventilen está más sano.

-¿Ventilar las emociones significa curarse?

- No alcanza, pero es condición necesaria.

-¿Tenés una estrategia para comunicarte con tanta eficacia con la gente?

-Sí, soy absolutamente sincero, no miento, salvo que sea necesario, por ejemplo a la Dirección General Impositiva por razones de fuerza mayor (risas). He leído algo que decía un curita paraguayo, discípulo de Anthony de Melo, que me encantó. Este viejito había pasado 70 de sus 85 años de vida predicando en la iglesia, y se había ocupado con mucha vehemencia de ser fiel y vivir de acuerdo con lo que comunicaba. "Ahora me doy cuenta de que lo que debía hacer era predicar de acuerdo a como vivo", confesaba últimamente. Yo hablo y muestro lo que creo, pienso y hago.

-Tu último libro tiene un título difícil de pronunciar.

-Se llama "Shimriti, de la ignorancia a la sabiduría". Shimriti es el nombre de la protagonista, mezcla de dos palabras en sánscrito: shiruti "hemos escuchado de los que saben", y mriti "recordamos y usamos lo que escuchamos". De la combinación de ambas cosas resulta la sabiduría: recordar y usar lo que uno aprende de otros es ser sabio.

-¿Cómo te surgió la idea de escribirlo?

-Estaba ocupado en un libro sobre la suerte, que ya lleva 3 años de preparación, para explicar entre otras cuestiones por qué algunas cosas suceden y otras no, y por qué a algunos les va mejor que a otros. Quiero decir que la suerte sí existe y tiene características especiales. Estudio filosófica y científicamente esta idea. Entonces, investigando lo de la suerte, encuentro que una de las herramientas para la suerte es haber abandonado la ignorancia, ya que siendo ignorante la suerte no se te acerca. No tan curiosamente, descubro que a la suerte le gustan más los que saben que los que no. Comienzo a ver qué relación hay entre los resultados y el saber, entre la sabiduría y el conocimiento, entre el conocimiento y la búsqueda, y la verdad es que el tema me fascinó. Volví a leer algunos textos de cuando estudiaba en la facultad, encontré cosas de Lao Tsé, otras de Heráclito, Platón, Nietzsche, Kierkegaard, Osho, Sabater, una española que no es cantante de apellido Caballé. Al juntarlos para poder entender, advierto que no estoy escribiendo sobre la suerte sino sobre la sabiduría. Interrumpí el trabajo sobre la suerte y decidí seguir el nuevo tema. En principio lo hice como un resumen para mí, después mi editor se enteró y me dijo que quería publicarlo. Así, cuento cómo la mujer también se vuelve sabia, algo novedoso porque siempre son hombres los iluminados, los iniciadores.

-¿La sabiduría es machista?

- Hasta hoy. Ahora más y más mujeres se vuelven sabias, pero pocos hombres escriben sobre esto y las mujeres no se animan.

-¿Conocés mujeres sabias?

-Apenas conozco dos sabios, hombres. Pero por lo menos sé que hay una centena de mujeres que van a serlo. El camino hacia la sabiduría comienza en la estación de la ignorancia para luego pasar a la información, donde están los buscadores, que es como me defino yo. Después viene el conocimiento, el lugar donde viven los maestros, y de ahí lo que te lleva a la sabiduría es el tiempo. Es decir, un maestro que ha vivido el suficiente tiempo siéndolo, se vuelve sabio. No se puede ser sabio joven. Se puede ser un maestro joven, sabio no.


Argentinos en el exilio económico
-Hay muchos argentinos fuera de Argentina.

-No sólo en España, sino en muchas partes del mundo.

-¿Qué pasará con ellos, cuál es tu lectura?

-Muchos argentinos empezaron a perder esperanza y a defraudarse mortalmente con los últimos episodios. Se dieron cuenta de que en realidad merecían mejores cosas que las que estaban pasando, y es verdad que las merecían. Y muchos decidieron darse permiso de ir a buscar a otro lado lo que no encontraban en Argentina. A mí me parece bien, no así que alguien reniegue de su origen. Pero es fantástico tener un país donde haya quien diga "yo soy un argentino que trabaja en Francia, EEUU, Israel, España", con el derecho de expresarlo y vivir el resto de su vida en ese sitio, ¿por qué no? Esta emigración presenta características especiales. Una, que la Argentina nunca terminó en la General Paz y la descripción del emigrante soberbio no corresponde al santiagueño, el tucumano, el cordobés, el santafesino... Es el porteño. Y la segunda, que la camada de emigrantes argentinos que ya tienen 30 años vienen hoy con el morro bajo, agradecidos por la posibilidad de trabajar, bendiciendo a quienes los reciben, con muchas ganas de ganarse el mango, y opino que es sumamente injusto que carguen con la historia de aquellos que vinieron a España- o al mundo- en otras épocas. Esto lo he dicho al cónsul argentino en Barcelona, al viceministro de Relaciones Exteriores español, y me contestan "es verdad".

España tiene varias corrientes migratorias de ilegales en este momento: los magrebíes, los europeos del este (chechenios, rumanos) los ecuatorianos y colombianos, y los argentinos y uruguayos. La mayoría de los magrebíes se dedican a hacer top manta (venta callejera de productos truchos, como CD piratas). Los rumanos, sin profesión o ningún mango en el bolsillo, piden limosna. Chechenios y rusos andan en negocios turbios, y otro tanto ocurre con ecuatorianos por delitos menores, mientras que los colombianos actúan como la mafia en su país. ¿Vos te imaginás a un argentino haciendo top manta o pidiendo limosna? Tiene que estar muy necesitado; mientras tenga algo para hacer, reclamará lo que le corresponda. ¿Extorsionador?, imposible. Para robar carteras por la calle, romper escaparates, debe estar muy jugado. ¿Traficante de armas, trata de blancas?, por el temor a la cárcel y a la policía, ni por asomo. Los argentinos lo único que hacen es trabajar. España necesita en los próximos 20 años, veinte millones de inmigrantes, trabajadores que sostengan el sistema de pensiones, porque los españoles se han dedicado a no tener hijos y hay una población vieja.

-Fuera de casa, el argentino es ideal para este objetivo.

-Y en casa también. ¿Vos creés que si el pueblo argentino fuera menos honesto y un poco más violento, se hubiera bancado lo que se bancó? Todos no se han vuelto ladrones o delincuentes porque el ciudadano argentino es un laburante. Mirá, la Argentina ha hecho por el mundo algo que la historia le agradecerá: dejó tres grandes enseñanzas fundamentales.

-¿Cuáles?

-Primera, antes se pensaba que era cierto que "los pueblos jamás se equivocan". Argentina demostró, sin lugar a dudas, que los pueblos sí se equivocan, y no una, sino dos, tres y cuatro veces seguidas. Segunda enseñanza, otro mito que cayó, y hay que tener cuidado porque puede parecer contradictorio con lo anterior y no lo es; se decía que "los pueblos tienen los gobiernos que merecen". Mentira. Los argentinos se lo merecían porque se equivocaron, pero no tanto. Argentina no merecía la guerra sucia, con 30 mil muertos; como tampoco el pueblo ser estafado, asaltado y violado. Tercer aprendizaje: Argentina ha demostrado al mundo que éste es el lado oscuro de la globalización, que los que nos pasó no es consecuencia de nuestros errores y de los gobiernos que tuvimos, sino de qué puede hacer la globalización en países que no tienen instituciones fuertes. Estas tres lecciones las ha dado Argentina al mundo sin pedir nada a cambio.

-En este contexto que estás planteando, ¿qué futuro nos espera?

-Argentina tiene algunos años por delante que serán duros, pero yo creo que la riqueza del país y de la gente por ahora tiene reservas. ¿Podrían agotarse? Y... sí, si seguimos así, finalmente un día se termina. Hay otro mito, el de que los países no quiebran. Yo no quisiera que también Argentina tuviera que demostrar que los estados quiebran. Estuvimos cerca. Los economistas dicen que habrá que esperar unos cuantos años, más de 10 y menos de 20, ojalá. Pero en realidad el gran desafío está muy ligado al tema de antes: el de la gente que se fue y de las corrientes inmigratorias. Los que todavía vivimos en Argentina tenemos una responsabilidad respecto de los que se fueron: construir un país suficientemente sólido para que puedan volver si quieren. El argentino tiene que poder vivir adonde se le da la gana, tanto que hasta pueda decidir quedarse en la Argentina. Que deba hacerlo en otra parte es una putada.

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