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 domingo, 22 de febrero de 2004

Nora Nugica: "El lenguaje es un lugar para sentir placer conjuntamente"
La especialista rosarina analiza el uso del idioma y rescata la dimensión estética de ese "acto creativo"

Silvina Dezorzi / La Capital

Aunque pocas cosas parezcan más naturales que hablar, el lenguaje conserva aún cierta aura de misterio. ¿Qué seríamos capaces de hacer sin la palabra? Después de millones de años, esa maravillosa capacidad adquirida por los hombres sigue modificándose en cada una de las lenguas vivas sobre la Tierra gracias a cotidianos "actos creativos". La lingüista Nora Mugica, docente e investigadora en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario, rescata esa dimensión estética y simultáneamente comunicativa: "El lenguaje no es un mero instrumento, sino un medio de placer compartido". A pocos meses de que se realice en Rosario el III Congreso Internacional de la Lengua, la especialista también exhorta a respetar las variedades regionales del idioma en Argentina, lo que "trae al español resonancias bastante importantes".

-¿Cuál es su trabajo específico?

-Tiene que ver con aspectos muy teóricos, pero a la vez prácticos. Es decir, con la disciplina lingüística como teoría y específicamente con el español. Hace bastante tiempo que estoy gravitando en torno al tema del léxico, pero no en el sentido de la lexicografía, de publicar diccionarios, sino más que nada en ver cómo el léxico es el elemento central que permite armar, confeccionar, estructurar una configuración lingüística.

-¿Algo así como la columna vertebral de la lengua?

-Sí, al menos desde la perspectiva en que trabajo. Esto también nos permite derivaciones interesantes. En la Escuela de Letras, por ejemplo, en encuentros con docentes de escuelas medias y terciarias, hemos introducido esta cuestión del léxico, algo que aparece como un contenido casi permanentemente ausente en los programas educativos.

-¿Coincide con que hay un empobrecimiento del léxico y en general del uso de la lengua o discute ese criterio?

-Para hablar de empobrecimiento debería tener antecedentes, saber si en otros momentos hubo una mayor riqueza. Lo que yo más observo es cierta pereza, un despreocuparse de todo lo que sea la lengua, y no sólo del léxico. Hay, diría, una falta de inquietud para, en vez de decir "esto", encontrar otra palabra.

-Y esa pereza, ¿también revela otro tipo de perezas, como en los aspectos cognitivo, simbólico, cultural?

-Lo que advierto es una cierta desprolijidad, como que con lo mínimo alcanza, ¿no? En este momento no aparece la idea de que la lengua produce placer.

-¿Placer al hablar y placer al reflexionar sobre la lengua?

-Claro. Quienes trabajamos sobre el lenguaje, tanto escrito como oral, encontramos que ese es un lugar que produce placer. ¿Por qué? Porque el lenguaje nos permite sentir placer conjuntamente: para el que produce un mensaje y para el que lo recibe. Pero además es un placer fonético, a través de los sonidos, a través de las formas de expresión, a través de las combinaciones de palabras. Allí se va produciendo un efecto estético.

-¿Diría que es un acto creativo?

-A eso apuntaba. Porque para que esto acontezca es indispensable que entendamos que el lenguaje, la lengua concreta que tenemos, no es un mero instrumento, es un medio de placer compartido. Es nuestro gran ropaje, algo magnífico que debemos cultivar. Ahora, ¿cómo lo cultivamos? Primero, tomando conciencia de que tenemos lenguaje.

-Una capacidad única adquirida en millones de años que permitió la cultura.

-Exactamente. Entonces, ahí tomo conciencia de que esa capacidad no sirve sólo para poder decir qué quiero, para poder pedir o comunicar y se acabó. Desde ya, está el contexto de la vida cotidiana, pero no nos olvidemos de que si nos ponemos a pensar un poco más en el lenguaje, contamos con la posibilidad de hacer una gran creación con él. Y entonces nos damos cuenta de que en un momento no es esta palabra la que cabe, es otra. Que no da lo mismo una combinación que otra. Y allí empiezo a jugar de un modo más consciente con esa maravillosa capacidad. Es lo que deberíamos tener y fomentar. Y no caer en la pereza por la que nos da lo mismo una palabra que otra, o la que nos lleva a repetirnos a menudo. Otros pueblos, como el español, tienen más creatividad: hasta el hombre más común muestra una gran vocación por crear con el lenguaje metafóricamente.

-¿Los refranes, por ejemplo?

-Exacto, ese tipo de cosas. Y ciertamente eso podría lograrse, un poco gracias a otra práctica que se está perdiendo, el leer. En la escolaridad, en la familia, donde se pueda, hay que incentivar la lectura. Y la verdadera lectura es la literaria. ¿Por qué no leer de una vez por todas la buena obra literaria, la buena poesía, y no sólo detenerse en los contenidos, sino en la forma, en la palabra? Porque ahí se siente placer: no importa leer cuatro páginas en un minuto, sino parar en una sola, incluso más de una vez, para poder saborearla y saborear lo que dice el otro. Y también, por qué no, con un buen diccionario. Ese placer no sólo va ligado a la belleza, sino a lograr precisión con la palabra, lograr armonía, como tanto nos hablaba la retórica antigua. Porque la palabra es un muy importante canal de seducción: si pensáramos un poco más en eso, nos escucharíamos con más placer.

-El gran tema del congreso es identidad lingüística y globalización. ¿Cómo cree que juegan los medios de comunicación masivos en esa relación?

-Por lo general colaboran a estandarizar. Es decir, hoy por hoy la televisión tiene una enorme variedad de programas y léxicos, lo que estaría indicando muchas maneras de decir y distintos tipos de códigos, pero el riesgo es la tendencia a homogeneizar. Creo hay que preservar las idiosincrasias, incluso regionales. En nuestro país, por ejemplo, tenemos lugares muy autóctonos, que tienen que ver con fronteras, o con sustratos, o con contextos étnicos mezclados, lo que trae al español resonancias bastante importantes.

-¿Eso enriquece al español?

-No sé si lo enriquece, pero a esa variedad hay que preservarla. Y simultáneamente, en todo caso, que ese grupo de hablantes tenga las dos versiones. ¿Cuál es la otra versión? No es la de España, sino la nuestra, más interna.

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