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 sábado, 21 de febrero de 2004

Moreno al 1000
Todos los ahorros de un cura en manos de ladrones muy gentiles
Sin violencia y con respeto, robaron plata ahorrada desde 1995 tras maniatar al sacerdote y una pareja

Los tres hombres que el domingo pasado irrumpieron en la iglesia San Jorge no sólo se llevaron los ahorros colectados por el cura Ibrahim Salameh desde 1995 a través de su obra benéfica. También lo privaron al sacerdote de la posibilidad de seguir solventando con ese dinero una 200 raciones de comida semanales a personas carecientes.

Salameh tiene 48 años y llegó al país a fines de 1979 desde Siria. Y a partir de ese momento es el cura párroco de la parroquia católica San Jorge, de Moreno 1020. El domingo, cuando el templo fue asaltado por quinta vez, el religioso pensó por un instante en regresar a El Líbano, donde vivió parte de su vida. Cuando finalizó la misa vespertina de ese día, y ya era de noche, un hombre con peluca suplicó entrar cuando el colaborador cerraba el edificio y ya no quedaban fieles en la parroquia. Como no tuvo permiso, el desconocido se marchó en silencio.

En el despacho parroquial, una pareja se quedó conversando con Salameh. A los pocos minutos el religioso divisó a través de un vidrio la silueta de dos jóvenes que estaban en el atrio. Los desconocidos le dijeron que querían averiguar por los días de bautismo, pero el propósito al cura le pareció inverosímil en boca de dos varones.

Con reticencia, igual decidió atenderlos. No tuvo tiempo de verle las caras y ya un arma lo encañonaba. "Vamos para adentro", exclamó uno de los hombres. Sentaron al sacerdote y al matrimonio en tres sillas en el salón y ataron sus manos. Según recordó, uno de los intrusos se mostró gentil. "Por favor no nos miren las caras, miren el piso", rogó el maleante.

Esa amabilidad se mantuvo con la chica. Cuando la estaban atando la muchacha le advirtió que estaba embarazada y entonces el ladrón "le pidió disculpas y saltó hacia atrás". Después pidieron por la caja fuerte. "Está la alcancía de los pobres y la alcancía de San Jorge", respondió Salameh. Los maleantes recogieron los billetes colectados mientras obligaban al sacerdote a recorrer el salón a punta de pistola. Para entonces reaparecía el hombre con peluca. Se había calzado unos guantes negros y jamás abrió la boca.

Intimidado por los maleantes, el sacerdote les entregó las llaves de su dormitorio. Dos ladrones subieron a la casa del cura. Allí se apoderaron de un monto de dinero, guardado en los placares, que Salameh no pudo precisar, pero es el efectivo que el sacerdote había recaudado desde 1995 para su obra caritativa. "En aquel momento las donaciones eran mejores que ahora. Yo había guardado la plata y la había cambiado por dólares para darles el almuerzo una vez por semana a unas 200 personas. No sé cuánto era, pero con ese dinero podía sostener el comedor durante dos años, explicó.

Agobiado por los cinco atracos padecidos en su parroquia, la primera sensación de Salameh el domingo pasado fue abandonar el país. "Si tuviera un pasaje me iría al Líbano. Estamos haciendo el bien a los más pobres y pasamos por esto", se lamentó.

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El padre Ibrahim, párroco de la Iglesia San Jorge.

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