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 sábado, 21 de febrero de 2004

Encontró resistencia y no robó, pero le pegó un tiro al verdulero
El dueño del local forcejeó y echó al ladrón, que se despidió hiriendo al empleado

El tiro efectuado por un ladrón inexperto que no pudo asaltar una verdulería de Alberdi bien pudo ser una represalia o una queja porque el dueño del local, en un forcejeo, le impidió acercarse a la caja. Pero para un empleado del comercio significó toda una noche en el hospital y una bala que quedará para siempre alojada en su pierna izquierda, ya que el proyectil no le causó una herida grave. "Fue algo raro. Para mí intentaron asaltar y abortaron el proyecto en el mismo momento", comentó Diego Bustos, el propietario del negocio que le hizo frente al muchachito armado que llegó y se fue en compañía de un cómplice.

El arribo de los dos asaltantes fue a las 19.30 del jueves, cuando en la verdulería y frutería "La Gran Sandía", de Baigorria 1050, estaban a dos horas de cerrar. El local está a mitad de cuadra sobre esa calle, que corre perpendicular a Rondeau a la altura del 2200. Algunos estantes con cajones están dispuestos sobre la vereda, ancha y arbolada, y el resto de la mercadería dentro del local donde trabaja como colaborador un amigo del dueño, Sebastián Ramírez, de 28. El muchacho atiende junto a su padre un kiosco de diarios de la esquina, en Baigorria y Valentín Gómez, pero se cruza a dar una mano cuando los clientes abundan.

Dueño y empleado estaban en el frente del negocio cuando una moto del estilo de las Zanella 50 estacionó sobre la vereda y un jovencito se acercó a hablarles. El pedido del muchacho, delgado y con visera, fue lo primero que levantó sospechas: dijo que quería hacer una compra de verduras como mayorista mientras intentaba por todos los medios atravesar la cortina plástica de la puerta e introducirse en el local. Pero Diego, a quien la situación le resultó extraña, se lo impidió con vehemencia.

Al punto que en segundos el maleante sacó una pequeña arma de fuego. Pero el verdulero, que estaba arrecostado sobre el marco derecho de la puerta, se trabó en un breve forcejeo con él y luego corrió a protegerse detrás de los estantes de la vereda. El ladrón abandonó sus ambiciones y se encaminó hacia la moto, pero no dejó de accionar su revólver a modo de despedida. Efectuó un disparo hacia atrás que impactó en la pierna izquierda de Sebastián, que estaba de pie junto al borde izquierdo de la puerta.

Mientras los ladrones se perdían hacia el oeste a velocidad extrema, el muchacho caminó como pudo hasta un banquito y dejó que un vecino médico le practicara las primeras curaciones. Después lo trasladaron al Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, donde ayer al mediodía obtuvo el alta. "El proyectil es de bajo calibre y no afectó ningún hueso, por eso no se lo van a sacar", confió Diego a La Capital luego de observar con atención en los informativos de televisión la nota que le hicieron a propósito del robo que él frustró. El primero que sufre en los tres años desde que abrió "La gran sandía" y que por la noche denunció en la seccional 10ª. A raíz del episodio del jueves, Diego evaluaba ayer la posibilidad de adoptar la misma solución que los comerciantes de la cuadra ubicada al oeste de su negocio, quienes contrataron un policía adicional para desalentar a los ladrones.

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Diegos Bustos vio como el ladrón le tiró a su colaborador.

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