| miércoles, 14 de enero de 2004 | cartas Argentino preocupado Cualquier similitud de este relato con lo que hace nuestro actual presidente no es pura casualidad. Método rápido y práctico para achicar la soberbia: diríjase a una zona rural, elija el campo que más le agrade, desnúdese y espere que anochezca. Cruce entonces el alambrado, con cuidado, para no perder ninguno de los atributos del poder y camine hasta que esté en medio de la soledad más absoluta. Una vez allí, levante la cabeza al cielo y mire las estrellas. Una vez que haya hecho esto, cruce los brazos, en actitud desafiante, o adopte cualquier postura que le parezca suficientemente clara como para expresar el inmenso poder que usted tiene, e hinchando las venas del cuello, grite con toda la voz que sea capaz de juntar en ese momento: ¡yo sí que soy realmente poderoso! Si ve que algunas estrellas se sacuden, no se haga demasiado problemas. Es Dios, que a veces no puede aguantar la risa...
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