| domingo, 11 de enero de 2004 | Un policía procesado por homicidio simple El agente de policía que mató a quemarropa y por la espalda a un Diego Fernández, de 15 años, en el barrio Nuevo Mangrullo, fue procesado por homicidio simple por la jueza Alejandra Rodenas. El crimen ocurrió cinco meses atrás, ante la presencia de numerosos testigos que describieron cómo procedió el policía: que persiguió al muchacho asustado por la irrupción de los patrulleros y le disparó a menos de dos metros, cuando el adolescente estaba de espalda, sin ninguna posibilidad de defenderse y llevando en sus manos las mandarinas que comía cuando los uniformados comenzaron a correr tras ellos.
El fallo ordenó el procesamiento del agente del Comando Radioeléctrico Esteban Demarco, quien quedó detenido horas después de balear a Fernández, cuando el chico aún agonizaba en el Hospital de Emergencias. Ahora, el policía se encuentra con prisión preventiva. La medida judicial fue tomada el 23 de diciembre, aunque trascendió recién el viernes, según indicó ayer el diario El Ciudadano.
El representante de la familia de Fernández, Cecilio Lescano, consideró insuficiente la calificación del crimen, ya que sostiene que el policía actuó “con alevosía, porque la víctima se encontraba en total indefensión”.
Diego se encontraba comiendo mandarinas con su amigo Ariel Segovia en Castellanos y Aurora cuando la policía llegó al barrio en una presunta persecución que la Justicia desacreditó. Los chicos se asustaron y se refugiaron en la casa de un vecino. Demarco alcanzó allí a Segovia, lo esposó, y corrió detrás de Diego, que iba hacia su casa, en Catalina Magno al 5300, del otro lado de la manzana. Cuando estaba a unos dos metros del chico, Demarco le disparó en la espalda ante la incredulidad y espanto de los testigos.
Después de la muerte de Diego, su mamá, Gloria Vergara, impulsó marchas y formó parte de la Carpa Dolor para reclamar Justicia. El crimen de Diego afectó a todo la familia, y a ese cimbronazo le adjudica la extraña desaparición de Alejandro, su hijo menor, de 13 años.
“Desde la muerte de Diego estaba como autista, entró en un estado de aislamiento, lloraba en soledad todo el tiempo. El 16 de diciembre volvió de la pileta, del Parque del Mercado y puso los dibujitos. Mi hijo mayor entró a ducharse y cuando salió Alejandro no estaba. Había dejado una notita diciendo «no se preocupen, voy a volver». Se fue con lo puesto: con una bermuda naranja de Diego y ojotas. Es muy menudo, mide 1 metro 45, de tez blanca, pelo lacio castaño oscuro, tiene muchas pecas y ojos negros. Estamos desesperados”, musitó. Cualquier información, la mujer pide que la comuniquen al teléfono 4650298. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Una marcha por Diego, en noviembre. | | |