Si se concreta el proyecto, iniciarían las obras recién después de mitad de año

A un año de su cierre, insisten con instalar un bar literario en El Cairo

La nueva dueña del local cambió de opinión y ahora decidió alquilar el inmueble en vez de administrarlo

Pablo R. Procopio / La Capital

El Cairo fumando espera. El emblemático bar de la esquina de Sarmiento y Santa Fe cumple hoy un año de permanecer cerrado. Sin embargo, aún no se sabe qué será del local que funcionó desde 1943. La intención de su nueva propietaria era convertirlo en un café literario que ella misma iba a administrar. Pero María José Mattievich cambió de opinión y ahora busca alquilarlo, aunque ya la tentó un posible inquilino con un proyecto muy similar al que ella quería plasmar. Con todo, las obras de remodelación se iniciarían con suerte el próximo invierno.

En los últimos días algunos transeúntes observaron ciertos movimientos en el lugar, hecho que alimentó la esperanza de que volviera a abrir. Lejos de esa suposición, un grupo de arquitectos y operarios se dispusieron a reparar goteras. En apariencia, para una posible reapertura del comercio, habrá que seguir aguardando.

El mítico espacio de encuentros supo albergar a intelectuales, artistas y bohemios convirtiéndose en un sitio tradicional. No obstante, atrapado por una convocatoria de acreedores asfixiante, fue vendido.

La joven dueña lo compró por 100 mil dólares bajo la aspiración de reintegrarle el brillo perdido y transformarlo en un reducto "cultural, apacible y cómodo", definió.

En efecto, esa idea permanece latente pero no será Mattievich -hija del empresario frigorífico casildense José Mattievich- quien se haga cargo del emprendimiento. Por el contrario, decidió alquilarlo.

Según relató a La Capital, la joven ya recibió propuestas de varias personas, aunque una le interesó especialmente. "Un grupo de gente quiere rentar el local y poner en marcha un proyecto muy parecido al que yo tenía", dijo.

En caso de que la transacción comercial se concrete, las tareas de refacción del lugar se prolongarán entre dos y tres meses. Esta iniciativa parece venir bien encaminada, al punto de que Mattievich, los interesados y algunos arquitectos estuvieron observando el sitio en cuestión.

Sin embargo, la dueña es consciente de que una vez que lo alquile, "los inquilinos podrán hacer lo que quieran".

Al principio, la joven parecía embarcadísima en poner ella misma el proyecto en marcha, pero actualmente sus actividades la obligaron a desistir. "No voy a poder hacerme cargo del lugar, por eso, para estar a medias, prefiero el alquiler", confesó.

En efecto, se encuentra trabajando en el último frigorífico que adquirió su familia. "Estoy aprendiendo muy entusiasmada", señaló. De todos modos, confía en que más adelante podrá administrar finalmente el café literario. "En todo caso, prefiero esperar unos años", dijo.

En la vereda de enfrente, Chiche Brach tiene cifradas expectativas en que el 2004 sea "el año" del Cairo. Es un mozo que prestó servicios en las mesas del reducto durante 34 años. Su mayor deseo para el año que comenzará mañana es que el bar reabra. Y en su paso por este diario no dejó de saludar a los viejos "clientes y amigos" a quienes les deseó "felicidades".

El Cairo fue mudo testigo de las historias y los personajes más diversos, aquellos que también se convirtieron en símbolos urbanos. Entre ellos, los de la recordada "Mesa de los galanes", la mítica reunión que durante casi 20 años integraban todos los días Roberto Fontanarrosa, Ricardo Centurión, el "Chelo" Molina, el "Pitufo" Fernández, "Cari" Portesio y los ya fallecidos "Negro" Herrera y "Pelado" Reinoso.

Y en medio de todos, hasta el cantautor catalán Joan Manuel Serrat se dio el lujo de hacerse una escapada al emblemático cafetín de Rosario.

Chiche Brach, mozo durante 34 años, espera la apertura.