Educación: El mejor alumno

Marcela Isaías / La Capital

Manuel Cruz es un adolescente de 13 años, estudia becado en una escuela de Tucumán y el año pasado fue elegido abanderado, además de haber resultado campeón en unas olimpíadas matemáticas. Su nombre recorrió por estos meses los periódicos de los diarios del país. Es que Manuel, además de estudiar de día, recorre por la noche, en un carro, las calles céntricas tucumanas junto a su familia recogiendo cartones como medio de vida.

Sumado al valor que tiene en sí mismo que un adolescente, que vive en condiciones de extrema pobreza, pueda aconsejar a otros chicos de su provincia -como él lo hizo- "que tengan esperanzas y no pierdan las fuerzas", su historia sirve para recordar otras similares que se encuentran con sólo hurgar un poco en las historias escolares.

Entre ellas aparece una que recuerda Norberto Boggino, doctor en psicología y especialista en temas educativos. Hace unos años, en la Escuela Nº 275 de El Trébol (Santa Fe) un alumno casi resultó elegido entre sus compañeros de la primaria como el mejor de la clase -relata el educador-. Se trataba de un chico que asistía casi exclusivamente los días de lluvia, los demás los destinaba a vender pan de puerta en puerta. Tiempo en el que se las arreglaba también, para pedir y resolver las tareas de la escuela en su casa.

Para Boggino, la historia es significativa porque marca un cambio de sentido a los parámetros tradicionales aplicados en la escuela -todavía se usan y con bastante frecuencia- para determinar quién es el mejor alumno. Una práctica con el que el psicólogo no acuerda, ya que considera que "no está mal que se reconozca el esfuerzo", pero se pierde con premios y castigos lo que cada chico puede dar de una u otra forma.

La pregunta que aparece entonces es casi de rigor. ¿Qué es un buen alumno? "Alguien que se compromete; que se compromete con sus estudios, con sus compañeros, con su maestra", dice Boggino. El especialista prefiere este término, porque según considera "es abarcativo" para todos. Es verdad -agrega- que a veces ese compromiso deseado no se puede concretar, ya sea por razones sociales, psicológicas y hasta pedagógicas. "Es que aprender es un camino sinuoso, con obstáculos donde no todo dependerá de lo que pueda hacer el chico", recuerda el experto.


Valores
Algunas escuelas han debatido sobre cómo elegir a los mejores alumnos y empezaron a "promediar" con las buenas notas otros valores, como la solidaridad y la responsabilidad. Hasta han dado lugar a la participación de los alumnos a la hora de los reconocimientos.

En esta búsqueda de hacer de la escuela un lugar coherente entre dichos y prácticas cotidianas se inscribe la experiencia que el año pasado sorprendió a padres de los chicos que cursaban el 3º año de la EGB en la Escuela Nº 610 República de Bolivia. Los mismos habían sido convocados por las maestras del curso -María de los Angeles Martinelli y Liliana Menotti- con una nota: "Señores padres, les informo que su hijo es el mejor alumno, y por tal motivo debe presentarse a recibir un diploma de reconocimiento".

Lo que cada padre no sabía es que todos contaban con la misma invitación. La sorpresa fue grande y dio paso a una emoción compartida. Había 60 diplomas sobre un escritorio para repartir. Premiaban lo mejor que cada chico había aportado durante ese año escolar. Algunos se llevaron el diploma "por defender sus ideas", otros "por su calidad lectora", y no faltaron los reconocidos por "regalar ternura".

La decisión de las maestras -trabajaron inspiradas en el cuento "Virtudes Choique" de Carlos Durán- fue fuerte. Según contaron en esa oportunidad, lo hicieron "para desafiar un sistema que apuesta, envueltos en la ley de la oferta y la demanda, a la competencia de los mejores pero cada vez más alejados de los valores".

Manuel Cruz, un adolescente tucumano de 13 años.