| domingo, 28 de diciembre de 2003 | Interiores: Renovación del ser Jorge Besso Una de las cosas que más cansa en esta vida es la paranoia y todo humano por definición convive con un paranoico, es decir es un portador sano o enfermo del pequeño paranoico que llevamos adentro. Nuestro amado yo es el pequeño paranoico del que somos felices poseedores(en el sentido de cuando se dice el enano fascista, que también todo el mundo lleva adentro). Por lo general disimulado, pero que de pronto emerge cuando hacemos generalizaciones que borran diferencias, para lo cual los fascismos son mandados a hacer. Y el paranoico no deja de ser un mandado ya que en buena medida es un esclavo de su cabeza.
En cierto sentido paranoia y fascismo se parecen bastante. Ahora bien, las vacaciones empiezan por casa y en este caso, casa es precisamente la cabeza, esto es nuestro panel de control habilitado los 365 días del año las 24 horas. Razón por la cual bien se merece unas vacaciones, al igual que nosotros. Y para nosotros la cabeza, con toda evidencia, es muy importante, pero no somos la cabeza puesto que también somos cuerpo y seguramente también somos alma, aunque dicho soplo vital sea de difícil ubicación, además de inasible y con pliegues que muchas veces desconocemos.
La cabeza es ese panel de control tan sofisticado y tan particular por sus muchas funciones, pero fundamentalmente por la ausencia de una: el panel no se controla a sí mismo. El control de sí es una función a cargo del sujeto que tiene la enorme tarea de que sea la misma cabeza quién controle la cabeza. Todo el año todos los días. Cuando esto falla la gente hace o le pasa todo tipo de cosas, incluido salir en los diarios en las páginas policiales.
Como todo el mundo sabe las vacaciones son para desenchufarse. Nada más cierto pues el humano es un enchufado nato al que muchas veces le cuesta desenchufarse, razón por la cual espera las vacaciones con la ilusión de una desconexión que le renueve el ser, que a fines de año suele estar muy sobrecargado. Pero este es quizás uno de los mayores sueños, y probablemente también una de las mayores ambiciones: renovar el ser. Nada más difícil que la renovación del ser, para colmo, en un mundo en el que más o menos todo es renovable y descartable.
Pero el ser no se renueva fácilmente, se pasa buena parte de su vida soñando con ser distinto, y otro tanto siendo siempre el mismo. El ser sale renovado del mar, por caso. Quizás en una proporción menor del río o de la pileta, y en proporciones diferentes de los baños cotidianos o de los diversos jacuzzis. Pero es una renovación que se desvanece de a poco y el ser vuelve a ser el de antes, con total prolijidad, incluido el sueño de ser distinto.
Es que esa renovación, con ser muy importante, no deja de ser una renovación de afuera hacia adentro, razón por la cual resulta más limitada que la renovación de adentro hacia fuera, que cuando se produce, alguien comienza a caminar distinto por la vida. En un sentido metafórico, claro está, pero también en un sentido real, ya que la gente cuando está bien, y más aún cuando está muy bien, circula con un andar distinto, sin el caminar estresado que se puede ver especialmente en los centros urbanos. Caminan mejor plantados y respirando mejor, completamente lejos de la angustia.
Psiconeuroendocrinoinmunología Zam bomba. Llegó la especialidad que faltaba. Se nos dice que es una joven especialidad nominada con una inmensa palabra de nada menos que 30 letras, que resume la relación amor odio entre cuerpo y mente. ¿Qué quiere decir este palabrón?: "psico" por lo psicológico, "neuro" por lo del sistema nervioso, "endocrino" viene del sistema hormonal e "inmunología" del sistema de defensas. "Aquí está todo el ser humano", dice el cardiólogo Daniel López Rosetti, director de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés.
Pareciera una mega especialidad que intenta abarcarlo todo. Al modo del gran mapa que imaginaba Borges para hacerlo posar, desplegar y coincidir sobre el territorio que representaba. Un imposible auténtico. Algo siempre se escapará. Lo que representa, nunca representa totalmente lo representado. En este sentido es más que difícil que encontremos algo en donde esté "todo el ser humano", ya que en última instancia el susodicho humano, tan notable y tan maldito, es inacorralable.
De todas maneras es muy interesante que para encontrar una especialidad total (lo que no deja de ser una típica paradoja humana ya que se trataría de parcialidad total) se hubo de inventar una palabreja de 30 letras, ella misma también mega. La otra cuestión a destacar es que los que presentan a esta nueva especialidad hablan de la "relación amor odio" entre cuerpo y mente. Efectivamente de eso se trata, de una compleja danza donde bailan el amor con el odio, lo que sitúa a la pareja cuerpo mente en el linaje de las grandes o mediocres o aburridas o tormentosas parejas de la historia humana: si se fusionan nos quedamos sin uno de los dos, o cuerpo o mente, según el caso.
En suma son infusionables. Pero también son inseparables. En el fondo toda pareja es inseparable ya que siempre algo queda: ceniza, fuego, un extraño hielo, buenos y malos recuerdos, cosas aprendidas del otro y demás huellas de la existencia del otro. Tanto la cabeza como el cuerpo se merecen vacaciones, y más aún nosotros que padecemos y disfrutamos de ambos, para la cual habrá que recordar dos cosas ya mencionadas en distintos momentos:
u Las vacaciones empiezan por la cabeza.
u Las cosas no se resuelven en la cabeza, sino con la cabeza.
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