Año CXXXVII Nº 48250
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 24/12
Autos 24/12
Turismo 21/12
Mujer 21/12
Economía 21/12
Señales 21/12


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 28 de diciembre de 2003

El cazador oculto
La festichola de la pantalla chica

Ricardo Luque / La Capital

La alegría no es sólo brasilera, cantaba allá lejos y hace tiempo el prócer bicolor, y no se equivocaba. Cómo será que hasta la televisión rosarina, que a la luz de lo que se ve en la pantalla parecería no tener motivos para estar alegre, tuvo sus fiestas. La más opulenta, la más dicharachera, la más colorida fue la de Canal 3. Se desarrolló en los jardines de la emisora y, como corresponde a toda fiesta que se precie de serlo, tuvo de todo, desde promesas de salud, dinero y amor hasta uno de esos típicos escandaletes que se suscitan cuando la pasión y la bebida abundan. Y este fue el caso. No se sabe bien qué pasó. Si fue una confusión o un amor fugaz, pero lo cierto es que el episodio terminó en pelea, ojos negros y arañazos. Las estrellas de "De 12 a 14", la nave insignia de la emisora, se mantuvieron a una distancia prudente del incidente. No bailaron, pero tampoco cruzaron trompis. Sólo una blonda fue a la guerra. O eso pareció. Por la estrecha falda de jean y la ajustada remera negra que lució en la pista de baile. Todas las miradas seguían sus sensuales movimientos. Los hombres, con deseo; las mujeres, con envidia. Algo parecido pasó en la fiesta de Canal 5, donde la exuberante Flavia Padín se erigió en la reina de la noche. La exacta combinación de una solera blanca muy escotada con un palazzo negro llevó la imaginación al límite del pudor. "En Buenos Aires tendría una limusina esperándola en la puerta y le lloverían ramos de flores", murmuró mostrando los colmillos un jovenzuelo de ojos claros, pelo rizado y pancita prominente que desde que llegó no paró de hablar de lo bueno que es vivir en Funes. A su lado Ariel Bulsicco, que lucía una chomba clara adherida por la transpiración a los pectorales, bailaba con una odalisca. En el aire sonaba una cumbia excitante. La Cautiva, la cantina que dio digno marco a la reunión, era un hervidero. A.J., que daba saltitos de la mano con las mellizas, estaba exultante. Su camisa roja hacía furor. Igual que el pañuelo que Oscar Fernández Fini llevaba anudado al cuello y que lo hacía parecer un malevo atrapado por un tornado en una tienda de Versace. Carnaval carioca.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

cartelera
  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados