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 domingo, 14 de diciembre de 2003

Mar de las Pampas: La utopía de la paz soñada
A sólo 8 kilómetros de Gesell, una de las localidades más jóvenes de la costa atlántica se prepara para el verano

Javier Felcaro / La Capital (Enviado especial)

Playa virgen y bosque, el mix perfecto para acercarse a la utopía de la paz soñada. Mar de las Pampas, un paraje ubicado a 8 kilómetros de Villa Gesell, también conocido como la "aldea" (según los pioneros), promete potenciar el boom que detonó el verano pasado, cuidando el delicado equilibrio entre naturaleza y progreso.

La historia de Mar de las Pampas comenzó en abril de 1957, cuando una empresa de rematadores publicó un aviso dando cuenta de la subasta judicial de dos grandes lotes, entre Mar del Plata y Pinamar, frente al océano Atlántico. Por entonces los médanos dominaban la escena.

Luego llegó la etapa de forestación (pinos, eucaliptus y cipreses, entre otras especies). Hoy, entre frondosas áreas verdes, se levantan pintorescas construcciones, en su mayoría cabañas con paredes de madera o piedra, algunas para veranear y otras ocupadas por una comunidad de 100 familias -cálidos anfitriones- que decidieron encarar un proyecto de vida a contramano del frenético ritmo de la gran ciudad.

El acceso es simple: a la altura del kilómetro 420 de la ruta 11 (interbalnearia) o al finalizar la avenida 3 de Gesell. Los caminos internos respetan la geografía del lugar y su circulación no genera inconvenientes. Hay una avenida principal, Cruz del Sur y El Lucero -su continuación, formando un abanico-, y calles de tránsito intermedio y otras sin salida en medio de las manzanas, que brindan privacidad.

El balneario Soleado constituye el mejor punto de partida para disfrutar las amplias y tranquilas playas y la inmensidad del mar, regalando el plus de un atardecer con una paleta de colores inolvidable.

La Asociación de Emprendedores Turísticos vaticina una temporada a full, y ya tiene listas sus mejores armas: elaboración artesanal y atención personalizada. Su presidenta, Anna Bianco, es un caso testigo de aquellos que fueron seducidos a primera vista.

Junto a su esposo, Antonio, ponen la mejor onda en Amorinda, un restaurante de pastas caseras que es, al mismo tiempo, hogar y sustento. Ella, ex empleada textil, y él, ex empresario metalúrgico, llegaron a fines de 1999. Ahora sólo regresan de visita a La Plata.

La instantánea se reitera con el matrimonio Muñoz y sus tres hijos, quienes atienden el restaurante Cabaña Huinca, y en la parrilla El Granero. O con Dardo Silva, quien dejó Barrio Norte hace casi 15 años. Viejos Tiempos es su casa de té, que también promociona una "auténtica cocina mexicana". Teniendo en cuenta que la capacidad es para 2.500 plazas, todos se alistan para trabajar en varios turnos y con reservas.


Artesanías y chocolates
En el Paseo de la Comarca, Sendas del Encuentro y Pasaje Los Rosales la tentación se materializa en vestimentas, artesanías, chocolates (La Pinocha), dulces y alfajores. Además, hay otros complejos comerciales en construcción.

Las variantes de alojamiento para los visitantes -a la medida de cada uno- pasan por el alquiler de casas o cabañas. Mapuche ofrece para 2, 4 y hasta 6 personas todas las comodidades imaginables. También se destacan los apart y el hotel La Mansión del Bosque, que incluye un spa de salud.

El menú a la hora del esparcimiento es amplio: caminatas y cabalgatas por la playa y el bosque, arquería, excursiones y paseos en sulky, bicicleta y cuatriciclo. Aunque también se realizan conciertos en el anfiteatro, deportes en la playa y pesca embarcada y desde la costa. Consultar el sitio www.mardelaspampas.info despeja cualquier tipo de duda.

Es más: en caso de que alguien eche de menos la tradicional movida nocturna (discos o cines), a sólo 8 kilómetros está Villa Gesell, a 28 Pinamar y a 95 Mar del Plata.

Este verdadero paraíso posee un código de planeamiento urbano y normas de edificación que posibilita, al mismo tiempo, su crecimiento y preservación. Existe una división en subáreas de acuerdo al uso y densidad ocupacional. El desarrollo no debe superar el 30 por ciento de construcción y el 70 de bosque, y la altura de las obras tiene un tope: los tres pisos.

Mar de las Pampas se rige por la firme decisión de conservar su playa, mantener el actual sistema de zonificación (sin alterar el bosque) y eludir todo interés comercial que implique el riesgo de convertirla en un moda pasajera.

Es por eso que los pioneros frenaron el desembarco de locales de comidas rápidas, videojuegos y entidades bancarias. Lo mismo ocurrió de cara al mar, al rechazarse la construcción de dos nuevos balnearios.

Argumentos sobran: las calles que desembocan transversalmente en la playa provocan erosión y, al igual que con la instalación de balnearios, el perjuicio recae sobre los médanos, esas barreras naturales que defienden el imponente bosque y que permiten que Mar de las Pampas sea un paraje único.

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Confortables cabañas que invitan al descanso.

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