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 domingo, 14 de diciembre de 2003

Menos comida chatarra

El excesivo consumo de comida rápida o "chatarra" y golosinas -que a pesar de ser sabrosas y ricas en calorías no son nada nutritivas- se convierte en un hábito para lograr que el niño se alimente. Pero, con el transcurso del tiempo, los resultados son perjudiciales.

Por comodidad, a modo de premio, o por falta de tiempo para cocinar, los niños y adolescentes ingieren comida rápida que aporta muchas calorías y grasas y contribuye al aumento de enfermedades crónicas. Es el caso de la diabetes no insulinodependiente, hipertensión arterial, alteración en los lípidos sanguíneos (colesterol, triglicéridos) y cardiopatías, entre otras. A la lista de alimentos perjudiciales para la salud se suman el alto consumo de bebidas carbonatadas a base de cola y con cafeína que disminuyen o retardan la absorción de calcio.

En este sentido, los especialistas, insisten en la importancia que tiene la educación nutricional en los padres. Al niño hay que guiarlo a hábitos de alimentación acordes con su edad, estado de crecimiento y actividad física. Si continuamente es sustituido un buen plato de alimentos por comida "chatarra" se lo lleva al sobrepeso y luego a la obesidad, además de producir trastornos químicos en el organismo.

Es importante saber que en la infancia es cuando se desarrollan los hábitos alimenticios y en mucho influye lo que ellos ven de sus padres. El aprendizaje se debe en gran medida a la imitación de los adultos cuando se sientan a la mesa. Los expertos explican que si los pequeños observan que algún miembro de su familia no come cierto alimento, esta persona no tiene autoridad moral para incitarlo a que lo pruebe. También puede ocurrir lo contrario: ¿cómo puede prohibirle ingerir un alimento rico en grasas si no se da el ejemplo? Ante estas disyuntivas, suele producirse una nutrición inadecuada por déficit alimenticio o por exceso que induce al sobrepeso u obesidad.

La dieta de un niño debe ser variada y balanceada para poder estimular su apetito, cubrir sus necesidades y enseñarle a comer de todo, de manera que sus gustos varíen con el tiempo. Una buena alimentación condiciona, entre otros, el crecimiento, el desarrollo, la creación de defensas contra enfermedades, el desarrollo conductual y cognitivo, el rendimiento escolar y la atención.

Por este motivo es importante que las madres se aseguren de que sus hijos realicen las tres comidas principales sin excluir ninguna de ellas: desayuno, almuerzo y cena. Para que los períodos de ayuno no sean tan largos entre una comida y otra se recomiendan hacer dos meriendas: una a media mañana y una a media tarde. Las comidas deben incluir todos los grupos básicos de alimentos. La leche es muy necesaria como fuente de calcio, pero su exceso tampoco es bueno porque provoca saciedad y lleva a no consumir otros alimentos indispensables: legumbres, pastas y cereales.

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