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 domingo, 14 de diciembre de 2003

Discriminación en el deporte amateur

Esta carta va dirigida a todas aquellas personas que conocen o han sufrido algún tipo de discriminación ya que quisiera contarles con qué clase de personas pueden cruzarse hoy, en 2003, por la calle. Estoy al frente de la Institución Antártida Argentina, que practica handball, en algo que dice llamarse "Asociación Rosarina de Handball". Es un grupo reducido de varones y mujeres de muy pocos recursos económicos que soportan costos elevados, ya que es un deporte caro y muy poco conocido. Venden rifas, cartones y hacen planillas de juego para con esos pocos pesos poder solventar todos los gastos. Todos los años el "Foro Deportivo" de la ciudad otorga premios a los jugadores más destacados de cada disciplina de competencia. Por dos años consecutivos tuvimos uno de los dos premios y este año pudimos conseguir los dos, tanto en varones como en mujeres. Pero surgió un pequeño problema: los señores dirigentes de la asociación consideraron en una reunión a la cual no nos invitaron que nuestro jugador "MM" no estaba a la altura de las circunstancias porque tiene el "pelo largo" y la "pinta" no es la que a dichos señores le agrada. Y por eso decidieron arrancárselo. Pueden imaginarse ustedes cómo se siente esa personita que a pesar de sus cortos 19 años no hay forma de explicarle que en esta sociedad no todos son iguales; hace 7 años que él practica este deporte sacrificando cosas y trabajando con mucho esfuerzo para conseguir este premio, que no es más que una simple medalla, pero que simboliza todas las ganas y el empeño que cada uno pone para conseguirlo. No soy sólo yo la que piensa que es "el mejor jugador del año"; sus propios compañeros, como la gente de otros clubes, opinan lo mismo: es un jugador diferente. También lo dicen otros técnicos: él solo gana un partido. Tiene un promedio de 12 goles, mínimo, y puede llegar hasta 20 goles por partido. Estos "villeros" como muchas veces nos calificaron por compartir un sándwich, una gaseosa o por prestarnos un par de zapatillas, son los que hace tres años consecutivos ganan el torneo federado. El año pasado la categoría primera de damas salió campeona invicta demostrando que no hace falta tener un buen par de zapatillas para marcar la habilidad de cada uno. Si ven las historias de los mejores jugadores de todas las disciplinas, la mayoría salió de abajo. Ahora bien, esta lucha no es solamente mía sino que también necesito de su colaboración, aunque sea simplemente leyendo esta carta. Lo único que me queda por decirle al señor Andrés Quintana -presidente de la Asociación- es que hubiese sido más conveniente escribir en una de las cláusulas del estatuto de la Asociación que "la casa se reserva el derecho de admisión", dejando así afuera a las personas de piel oscura, de pelo largo o con alguna discapacidad. Con esto voy a seguir hasta las últimas consecuencias, y si es necesario voy a recurrir a la Justicia, porque esta clase de "gente" no puede quedar impune.

Mercedes B. Díaz



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