Año CXXXVII Nº 48237
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Turismo
Mujer
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Educación 13/12
Campo 13/12
Salud 10/12
Autos 10/12


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 14 de diciembre de 2003

Memoria
El libro que se impuso a la condena del fuego
En 1977 la dictadura militar quemó la edición completa de un libro de Aldfo Oliva. Un ejemplar de ese volumen acaba de ser recuperado

Osvaldo Aguirre / La Capital

El libro ha perdido la tapa y no tiene ningún dato que permita identificar la editorial. No se debe a la acción del tiempo: la persona que lo guardó deliberadamente arrancó la primera página y la portada. Es que ese libro había sido condenado a la destrucción y ahora, después de veintiséis años, acaba de ser hallado el primer ejemplar. La memoria de quienes escucharon hablar de él permitieron identificarlo: es "El fusilamiento de Penina", un libro de Aldo F. Oliva (1927-2000) que publicó en 1976 la editorial de la Biblioteca Constancio C. Vigil.

Joaquín Penina fue asesinado en las quebradas del arroyo Saladillo el 10 de septiembre de 1930 por la policía de Rosario. Era un obrero anarquista de 29 años, nacido en Cataluña, que adhería a ideas pacifistas y había sido secuestrado el día anterior. Con él cayeron otros dos militantes, Pablo Porta y Victorio Constantini, que lograron sobrevivir.

"El fusilamiento de Penina" es un libro de 63 páginas que recopila documentos y publicaciones sobre el primer desaparecido en la historia de la Argentina. Oliva escribe un prólogo en que sitúa históricamente los hechos, a la vez pone la lupa sobre la reacción de la sociedad rosarina ante el crimen y luego hace breves glosas de los textos que cita.

En la época en que realizó esa investigación, Oliva trabajaba como corrector en la editorial de la Biblioteca Constancio C. Vigil. Todavía no había publicado ninguno de sus libros de poemas, que lo consagraron como uno de los escritores más importantes de la ciudad y que ahora están en proceso de reedición por parte de la Editorial Municipal de Rosario.

"Escuchamos mucho tiempo la historia de ese libro, pero nunca lo habíamos visto -dice Antonio Oliva, uno de los hijos de Aldo-. Es un texto raro, porque plantea una investigación al estilo Rodolfo Walsh sobre un caso de terrorismo de Estado y a la vez se plantea analizar cómo jugaron las fuerzas vivas de la ciudad en el contexto de la muerte".

La búsqueda del libro perdido se reactivó cuando "Raúl Frutos, que era el encargado de canje en la Vigil, se lo comentó a un integrante de la comisión directiva, Juan Manuel Rodríguez. Primero Rodríguez le dijo que no tenía nada pero después, revisando en una caja, lo encontró".


La época y el autor
Roberto García es una de las personas que mejor conoce la obra de Oliva. Profesor de Letras y discípulo suyo en la facultad, se preocupó por reunir sus textos dispersos y preparó la edición de la poesía completa que publicará la Editorial Municipal. "Oliva escribió el libro de Penina en 1975, en un momento donde el debate político de izquierda se centró fuertemente en una lógica violenta sobre el acceso al poder -dice-. Penina correspondía justamente a la tendencia no violenta del anarquismo, la que trabajaba a nivel ideológico, con acciones de propaganda y de difusión cultural".

En consecuencia, "se trataba de un momento de mucha violencia política y del rescate de un pensamiento revolucionario que había quedado marginado de la práctica política, como era esa línea del anarquismo". No obstante, "para la prensa y la lógica del poder esos matices no fueron tenidos demasiado en cuenta a la hora de ser juzgados; desde esa perspectiva, Penina y Severino Di Giovanni eran igualmente condenables".

En los años 60, Oliva había sido militante del Movimiento de Liberación Nacional, un nucleamiento de la nueva izquierda argentina en la que se contaban intelectuales como Ismael y David Viñas, Ramón Alcalde y Juan José Sebreli y que se disolvió a fines de la década. "Hacían una lectura diferente del peronismo y se situaban de manera crítica ya que no adscribían a la forma más violenta de la toma de poder".

Según García, el libro "es formalmente impecable" pero a la vez demuestra "la incomodidad" del autor en la prosa, "a diferencia de la fluidez que lograba en la poesía". Oliva recopiló diversos textos periodísticos, entre ellos un comunicado de la Jefatura de Policía reproducido por La Capital el 10 de septiembre de 1930, donde se daba cuenta del fusilamiento de "tres hombres de ideas avanzadas". En ese momento, el crimen no se había perpetrado.


La destrucción
"El fusilamiento de Penina" integraba la colección Testimonio, que estaba dirigida por Rafael Ielpi y llegó a editar otros cuatro títulos: "La década infame", de Norberto Galasso; "La «revolución» de Uriburu", de Gladys Onega; "Levantamientos de la década infame", de María Luisa Arocena y "El grupo Forja", de Graciela D´Angelo.

Según recuerda Rubén Naranjo, director de la editorial de la Biblioteca, los originales fueron enviados a la imprenta Garamont, de Buenos Aires, a principios de 1976. Se hicieron cinco mil ejemplares de cada título, que llegaron a Rosario a fines del mismo año y permanecieron en el depósito a la espera de la distribución.

"Cada vez que llegaban los paquetes con libros sacábamos unos pocos ejemplares, que iban a la tesorería y a la editorial. Tal vez el libro que apareció haya sido preservado de esa manera", dice Naranjo.

La colección Testimonio nunca llegó a las librerías. En febrero de 1977 se produjo la intervención militar de la Biblioteca. Uno de los proyectos culturales más importantes de la historia de Rosario fue víctima de la brutalidad sistemática, el despojo y la negligencia criminal. Para resumir ese cuadro siniestro basta recordar que el represor Ramón Telmo Ibarra, miembro de la patota de Agustín Feced, figuraba como asesor pedagógico.

"Toda la tirada de los libros de la colección Testimonio terminó quemada -dice Naranjo-. La intervención militar destruyó en total 80 mil libros, entre los que se contaban los ejemplares de reserva de los títulos del fondo editorial, como las obras completas de Juan L. Ortiz o de José Pedroni. Los vecinos y algunos soldados que hicieron el servicio militar en la Vigil contaron que durante las tardes y las noches se quemaba material de manera incesante en el horno del segundo subsuelo. Llevaban los libros a la hoguera en carretillas".

Pero "El fusilamiento de Penina" ha reaparecido. Y seguramente pronto comenzará a multiplicarse para hacer ese camino que quedó trunco.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El autor de "El fusilamiento de Penina".

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados