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 domingo, 14 de diciembre de 2003

Transiciones
Un arte que cambió para vivir
El filete nació en los colectivos y pasó a la decoración y la publicidad. Un libro cuenta su historia

Jorge Boccanera

El popular filete, que enmarca una sentencia algunas veces irónica y siempre profunda, nace estampado en los primeros colectivos porteños y llega a la actualidad como decorado de bares tangueros y de publicidades callejeras, una historia documentada en el libro "Tratado de fileteado porteño" de Alfredo Genovese.

"El libro -que acaba de publicar Ediciones del Dragón- nace por el deseo de no repartir más apuntes en mi taller ya que no existía ni bibliografía ni material para los cursos de fileteado que dicto desde 1998", explica Genovese, fileteador y docente de la Universidad de Buenos Aires.

"El material técnico y las explicaciones didácticas del oficio no estaban ordenadas, pero a medida que fui desarrollando un programa de clases fue tomando forma y surgió la idea del libro".

Además del estudio técnico de la composición del filete y una selección de la obra pictórica de Genovese, que llevó al filete a la publicidad, el diseño, la indumentaria y el bodypainting, el texto incluye un meticuloso recorrido histórico del género con ensayos de Norberto Cirio, Alberto Pereira y Carlos Achával.

"Tratado de fileteado porteño" viene a complementar la investigación sobre el género iniciada en 1974 con "Chofer buena banana busca chica buena mandarina" de Norberto Folino e hijos, primer intento de determinar los límites de este arte.

Otros libros claves en la historia del fileteado son: "Los maestros fileteadores de Buenos Aires", de Esther Barugel y Nicolás Rubio, y "Palabras sobre Ruedas" de Martiniano Arce, primero en trasladar al caballete esta experiencia popular.

El surgimiento del filete está íntimamente ligado a la aparición de los colectivos, cuyo primer viaje está fechado el 24 de septiembre de 1928, cuando Sandalio Fernández desafió una ordenanza municipal y condujo el primer colectivo por el centro porteño desde la plaza Primera Junta hasta Rivadavia y Lacarra.

Según Carlos Achával -director del Museo del Colectivo, el Omnibus y el Trolebús: "Los primeros coches tenían sobrios dibujos a lo largo de las molduras y estampados en las carrocerías".

Surgido de la imaginación de inmigrantes italianos que intentaban dividir los dos colores principales del colectivo, el fileteado fue creciendo con el transporte. Los primeros maestros fueron Salvador Venturo, Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella.

La edad de oro del filete en los colectivos fue entre los años 1943 y 1946 cuando se reproducían corazones atravesados por flechas, tréboles de cuatro hojas, bastones de oro con cintas argentinas enroscadas y las imágenes de Gardel, Gatica y la Virgen de Luján.

Con la caída del peronismo y la privatización de las líneas de colectivos, el fileteado quedó relegado. Y en 1975 una ordenanza de la Secretaría de Transporte -ratificada diez años más tarde durante el gobierno de Raúl Alfonsín- prohibió el uso del filete en la ciudad, argumentando que confundía a los pasajeros.

Esta decisión produjo un estancamiento para los trabajadores de este arte popular que se agravó con el cierre de la mayoría de las carrocerías que mantenían al filetero en calidad de empleado.

"El rebusque estético -dice Achával- se refugió primero en la proliferación de farolitos, para terminar en los espejos tallados. El filete se volvió furtivo y algunas figuras como los caballos alados perduraron fileteados o reproducidos en figuras fundidas en aluminio, codeándose con el acero inoxidable, que los negocios de accesorios vendían en parches estandarizados".

Genovese sostiene que la desaparición parcial del fileteado en colectivos y carros "fue necesaria para ganar otros espacios sin soporte del vehículo. Desde hace dos décadas se incorporó al caballete, a la decoración de objetos y al lenguaje publicitario".

Si bien se lo saca de su contexto original, logra que el género adquiera autonomía, porque puede ser vendido fuera del rodado y hasta forma parte de una exposición de arte. Gracias a la revalorización el filete fue adquiriendo otra significación al convertirse en emblema iconográfico de la ciudad junto al tango.

El mensaje escrito constituye un elemento primordial del filete. Entre el aforismo, la sentencia y los refranes populares, estas leyendas expresan un sentimiento de "identidad colectiva".

Además de humor e ironía, los mensajes esconden una reflexión filosófica, aparece el hombre como víctima del destino, librado a suerte de la fortuna, pensando en el progreso y el bienestar.

Entre las más populares, pueden mencionarse: "Si querés uno igualito laburá como Miguelito", "Lo mejor que hizo la vieja, este pibe que maneja", "Si no tenés bocina tocame el pito", "Soy como el tango y con esto me gano el mango", "Las vírgenes tienen muchas navidades, pero ninguna nochebuena".

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