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 sábado, 13 de diciembre de 2003

Biotecnología. Ofensiva del Inpi para proteger invenciones locales
Sembrar bochos para cosechar patentes
El agro podría ser la plataforma de despegue del desarrollo de una economía del conocimiento

El Instituto Nacional de Propiedad (Inpi) se embarcó en un plan para difundir la importancia de proteger las invenciones locales a través del sistema de patentes y para facilitar el acceso a estos registros de los investigadores y empresas del interior. El objetivo es articular una estrategia junto a los organismos de ciencia y técnica para incorporar el patentamiento como uno de los ejes de un plan nacional de desarrollo científico.

Con un contexto global en el cual el valor económico se desplaza aceleradamente del producto en sí a intangibles como la marca o el conocimiento, la cuestión adquiere enorme relevancia a nivel general pero, en particular, en el moderno terreno de la biotecnología, debido a los constantes cambios que su desarrollo está produciendo en la jurisprudencia a nivel internacional y a los diversos proyectos oficiales y privados que apuntan a generar una industria biotecnológica de base nacional.

Mario Aramburu, presidente del Inpi, señaló que "hay todo un movimiento importante respecto a la biotecnología y hay una tendencia al crecimiento de las patentes relacionadas con ese rubro en el país, aunque quizás no todavía en la medida de la explosión que hemos tenido en el tema".

Por ello, el organismo está trabajando en un programa de difusión que incluye la realización de foros de discusión y seminarios, además de la creación de una oficina de patentes en la Agencia de Promoción Científica y la apertura de delegaciones del Inpi en el interior del país (ver aparte).

"Hay más inversión en lo que es inventiva aunque todavía no estamos a la altura de los grandes países donde se patenta lo más que se puede, por eso es importante desmitificar un poco este tema, que sobre todo muchas pymes ven como un mundo imposible de llegar, nos falta a todos ver cómo podemos fusionar la invención con la industria", dijo Aramburu, quien explicó que esta conciencia está más avanzada en el caso de los diseños "ya que en los últimos tiempos el diseñador argentino ha salido al exterior y se ha visto obligado a tomar en cuenta este tema".

Las concesiones de exclusividad para modelos y diseños otorgadas por el Inpi saltaron de 732 en 1995 a 1.360 en 2002, año que de todos modos está por debajo de las cifras de 2000 y 2001. En cuanto a las solicitudes de patentes ingresadas a la Administración Nacional de Patentes tuvieron su pico en el 2000 con 7.033 presentaciones. En 2002, ese número fue de 5.156, y el número de concesiones, 951.

Aunque las acciones del Inpi apuntan a "concientizar" sobre la importancia de proteger derechos derivados de toda actividad inventiva, como patentes y modelos de utilidad, marcas y diseños industriales, la biotecnología está especialmente en la mira.

Según fuentes del organismo, en los primeros 10 meses de 2003 se solicitaron 5.100 patentes, lo que proyecta para todo el año un crecimiento respecto del año pasado. El 7% de las presentaciones correspondió a biotecnología, que para el nomenclador del Inpi está básicamente vinculada al sector agropecuario.


La biotecnología
Es con este marco que el organismo organizó en el mes de noviembre el primer simposio Latinoamericano sobre la Patentabilidad de las Invenciones Biotecnológicas, que reunió a expertos argentinos y extranjeros. Por la Oficina Europea de Patentes (EPO) participaron Pedro Osona, Franciso Fernández Branas y Enrique Molina Galán, así como el el presidente del Inpi de Brasil, Luiz Otavio Beak Lini. Entre otras cosas, se debatió sobre el valor económico de las patentes biotecnológicas, bases de datos y los criterios y jurisprudencia sobre patentabilidad de invenciones biotecnológicas.

Molina Galán explicó, por ejemplo, que durante el año 2000 se solicitaron 1,2 millón de patentes en todo el mundo. Pedro Osona, de la EPO, agregó que el ingreso generado por patentes alcanzó a "120 mil millones de euros".

El español José Gómez Segade explicó durante el encuentro los alcances de la Directiva 98/44 sobre invenciones biotecnológicas aprobada por el Parlamento Europeo, que saldó un proceso de discusión de 10 años sobre el tema en el viejo continente.

"Si ya fue lento y problemático el camino hacia el reconocimiento de la patentabilidad de las invenciones en el campo de la naturaleza animada más allá del mundo vegetal, el advenimiento de la biotecnología, al tiempo que abría inmensas posibilidades, también planteaba nuevos problemas: la biotecnología al igual que otras técnicas modernas como la informática, la robótica o la biónica, por un lado suscita fascinación y , por otro, inquietud, prevención y preocupación", explicó.


Cambio de jurisprudencia
Es que desde que la irrupción de la biotecnología impulsó en la legislación de los países desarrollados la tendencia a admitir el patentamiento de material biológico "se ha abierto un proceso de debate y regulación tanto en el plano internacional como nacional", señala un trabajo elaborado por la doctora Susana Fridman, de la Universidad Nacional del Nordeste, reproducido por el protal agropecuario "E-Campo".

Aunque diversos convenios internacionales se suman y condicionan a las legislaciones nacionales, "la tendencia que se observa es que en lugar de crear nuevas normas que regulen situaciones planteadas por estos avances se busca en el derecho existente alguna forma de protección que se adapte de la mejor manera posible, al nuevo desarrollo".

La voluntad de proteger a los inventores se mide, en el campo de la biotecnología, con problemas éticos y morales, como las prevenciones que ocasionan la clonación y los descubrimientos resultantes del genoma humano, y con debates legales de nueva generación, relacionados con el amparo jurídico de procesos para la obtención de organismos vivos, productos nuevos o conocidos a partir de microorganismos, genes, procesos, etcétera.

Temas que hoy están en discusión son, por ejemplo, la patentabilidad de plantas o animales (en Argentina no se puede) o de las secuencias genéticas de los mismos más allá de que tengan o no aplicación industrial; la propiedad intelectual sobre descubrimientos, que en principio no otorgan derechos de exclusividad aunque en los últimos años esa premisa fue modificándose por la jurisprudencia; el patentamiento de métodos de investigación; el repatentamiento de un invento a partir de nuevos usos; el flujo de información científica con potencialidad de generar patentes y la propiedad de los recursos autóctonos de cada país.

Estas discusiones tendrán alta importancia en el futuro. Fridman, por ejemplo, advierte sobre los límites de una "desaforada carrera" en la que "se patenta para evitar que otros patenten". De no asegurarse un delicado equilibrio, señala, se podría dar la paradoja de que "un sistema que nació para el estímulo de la innovación" se convierta en un elemento que paralice la investigación "por falta de incentivo".

Aramburu reconoció que la legislación sobre los derechos de los inventores "es algo muy dinámico que está cambiando constantemente" y aseguró que en el país las directivas son claras respecto de temas como que el descubrimiento de nuevos usos de un invento original no genera una nueva protección (las licencias son por veinte años) o sobre la prohibición de patentar organismos que ya existen en la naturaleza.


El marco legal
Hace algunas semanas el Congreso sancionó la última modificación a la ley de patentes, "que durante años se discutió como la ley de patentes medicinales, cuando en realidad es para todos los inventos". Aramburu señaló que la norma está en línea con la legislación internacional e incorpora, en algunos casos, temas que reflejan la situación local.

"Una ley de patentes protege a todos, a los de afuera y los de adentro, con una ley no cambiamos que una Nación invierta o no en desarrollo, lo importante es que tenemos una herramienta para proteger a nuestros inventores", señaló.

Aunque las patentes son nacionales, a nivel internacional existen diferentes tratados que regulan este sistema, como el Trip's (derivado de la Rona Uruguay del Gatt), el PCT (que permite acceder a un sistema acelerado de registro de patentes entre los países firmantes) y, en lo que concierne a la biotecnología, el Convenio sobre Biodiversidad firmado en la Cumbre de la Tierra en 1992, que entre otras cosas estableció la propiedad de los Estados nacionales de los recursos autóctonos.

"Esa es otra discusión fuerte, que en los extremos ubican a la gente que dice que no hay que patentarlos y a los que dicen que no hay que hacer nada, ahora estamos trabajando por ejemplo con comunidades aborígenes para ver la forma de proteger conocimientos tradicionales de esas comunidades", explicó Aramburu.

Más allá de estas discusiones, el presidente del Inpi está convencido que el sistema de patentes es una oportunidad, sobre todo para las pymes innovadoras, que "con ese derecho asegurado pueden negociar con las grandes" o para los mismos investigadores. En Estados Unidos, por ejemplo, es relativamente común la existencia de empresas fundadas por científicos. En todos los casos, aseguró, "de lo que se trata es de fomentar una conciencia patentaria entre los empresarios locales".

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