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 domingo, 07 de diciembre de 2003

Decisiones políticas para un futuro mejor

Orlando Verna / La Capital

La discusión está abierta y difícilmente se cierre en poco tiempo. Los problemas de la Argentina contemporánea no se resumen a una fórmula matemática como pretenden los organismos financieros internacionales y sus personeros de la pobreza en estas tierras. Los inconvenientes sin resolver después de varias décadas son políticos. Porque la construcción de una sociedad inclusiva es, nada más y nada menos, que una decisión política. No de los representantes, sino de los representados.

Excepto mediante la fuerza, nadie puede ejercer el poder que le delegan sus representados si antes no se expuso públicamente a la selección de sus electores. Es el paso previo a asumir sus responsabilidades en el Estado. Pero antes y después, hubo y deberá haber una otra garantía de la sociedad civil: primero, la de saber elegir, y después, la de controlar. Y si algo le falta a esta democracia argentina es mejorar los órganos de control de las instituciones estatales. Y por sobre todo, obligar a los representantes en los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales a que cumplan con sus promesas y sus obligaciones jurídicas.

Porque nadie, ni los piqueteros, ni los ahorristas, ni los obreros en todas sus expresiones, como cara visible de la inconformidad con la calidad de la democracia, tuvieron el desliz de ponerla en tela de juicio. Porque más allá de las protestas y la falta de soluciones, hoy el debate no es sobre democracia sí o democracia no. Nadie, excepto algún fascista o aprovechador, tiene intenciones hoy de sacar las patas del plato, pero sí tiene el derecho de exigir una sociedad más igualitaria y más solidaria. Pero siempre dentro de la ley. Porque en realidad ninguna protesta ni reivindicación, por un Estado presente, una representación política creíble o por una existencia digna, sería posible sin la libertad que sólo ofrece la democracia. Por más joven que ésta parezca.

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