| miércoles, 26 de noviembre de 2003 | Charlas en el Café del Bajo -Días atrás la prensa nos informó que la Cámara de Diputados de la provincia dio media sanción a un proyecto que contempla la autorización para que en hospitales públicos se practiquen vasectomías y ligazón de trompas a mujeres. A fuer de ser sinceros, Inocencio, desconozco los fundamentos y no tengo en claro el propósito de la medida, por eso me voy a abstener de opinar sobre este proyecto en particular. Sin embargo, de acuerdo con lo que leí, parecería que se trata de dar la posibilidad a mujeres de escasos recursos a que accedan a un mal llamado método anticonceptivo y estar así en igualdad de condiciones con aquellas damas que pueden asistir a un sanatorio privado y someterse, sin más trámites, a dicha intervención. Adelanto desde ya, como lo dije ayer, que la ligazón de trompas, la vasectomía y toda modificación mediante intervención quirúrgica en los órganos sexuales tendiente a impedir la procreación no es método anticonceptivo, sino esterilización y esto nos pone en el umbral de un terreno tenebroso.
-¿Por qué?
-No dudo de las buenas intenciones de los legisladores que impulsaron y aprobaron la medida, pero reitero que la esterilización es una ignominiosa forma de quebrar el orden natural y un golpe contra el derecho a la vida (excepción hecha de casos en que la vida de la madre se pone en riesgo con un nuevo alumbramiento: realización, por ejemplo, de más de tres cesáreas) y es el primer paso hacia planes de eugenesia, es decir la aplicación de las leyes biológicas al perfeccionamiento de la especie. Estos planes macabros, que comenzaron en la alemania nazi cuando se esterilizaron a miles de judíos, gitanos, discapacitados y 385 alemanes de color (estos últimos realizados en hospitales universitarios supervisados por la Gestapo) prosiguieron después (y esto no se conoce demasiado) en países socialistas como Suecia, cuyos gobiernos entre los años 1934 y 1976 esterilizaron a no menos de sesenta mil personas "con fines sociales". La historiadora Maija Runcis, de la Universidad de Estocolmo, en un trabajo que provocó revuelo y que fue el primer paso para que Suecia abandonara estas prácticas tiempo después (el recordado Olaf Palmer se unió a esta cruzada abolicionista), dijo que "la ley aprobada en 1934 por el Parlamento sueco tuvo raíces en el debate que se vivía en el norte de Europa sobre la eugenesia y la purificación de la raza".
-¿Y qué se entiende por purificación de la raza, Candi?
-Allí está el meollo de la cuestión. Porque purificar la raza puede significar la esterilización no sólo de discapacitados, enfermos e "incompetentes" (lo que es una aberración) sino también a aquellos de bajo nivel intelectual considerados incapaces de competir con éxito en la sociedad, incapaces de producir al menos lo que consumen y condenados a la pobreza, lo que es una abominación. ¿Cuál es el fundamento para impedir o invitar a impedir la procreación a mujeres pobres y además de escasa información y formación?
-En todo caso el Estado debería bregar por dar buena educación para que la capacidad intelectual de las personas crezca, brindar posibilidades de trabajo, erradicar las causas de la pobreza y no tratar de impedir que los seres padezcan la indigencia impidiéndoles su nacimiento.
-Fíjese lo que sostiene a propósito de lo que usted manifiesta en un interesante artículo el profesor Abraham Huberman sobre las raíces de la esterilización nazi: "no se culpó a las nuevas condiciones creadas por el industrialismo de ser responsables. Los enfermos mismos, es decir, las víctimas, pasaron a ser los culpables, por ser pobres y enfermos, pues eso era una señal de su inferioridad racial, un signo de degeneración hereditaria. Se creó una nueva pseudociencia llamada higiene racial, cuyos ideólogos fueron psiquiatras y antropólogos. Ellos proporcionaron los instrumentos ideológicos para una solución biológica a un problema que era eminentemente social. No era la enfermedad la que debía ser eliminada, sino sus portadores. Con la llegada de los nazis al poder en 1933, se crearon las condiciones para que estas ideas asesinas pudieran ser puestas en práctica. Aún hoy en día se escuchan opiniones de los herederos de tales ideas. Dicen, por ejemplo, que se debe proceder a la discontinuación de tratamientos sofisticados aplicados a personas mayores de 75 años con el fin de prolongar sus vidas. Pero no se trata de la alemania nazi de los años treinta, sino de los Estados Unidos en las décadas del ochenta y noventa". Están de más, Inocencio, otras palabras.
Candi II
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