| miércoles, 26 de noviembre de 2003 | ¿Morir sin dignidad?, pregunta sin respuesta A través de esta sección quiero agradecer a Laura, Luis, Cristián y Mirta por haber tenido el coraje de escribir la carta aparecida el 5 de octubre pasado, donde expresan su agradecimiento a Mónica y manifiestan sobre el sanatorio Delta lo siguiente: "para el que no tenemos muchas palabras de elogio, porque allí no siempre actuaron como debieron hacerlo". Gracias porque me motivaron a expresar lo que por pudor antes no me animé. Gracias por darme el valor de hacer público el dolor que me embarga, y hacerme reflexionar que debemos unirnos y no callar cuando damos la cara expresando la verdad, reclamando justicia ante hechos que denigren al ser humano. Al igual que ustedes no tengo palabras de elogio por lo vivido durante la internación de mi esposo (médico) en el sanatorio Los Arroyos, donde falleció. Considerando en mi rol de esposa, que me asiste el derecho de saber cuál fue el detonante de su muerte. Entrevisté al médico tratante (Jorge Dotti), quien ignoraba el porqué. Hago lo propio con el director de dicho nosocomio, doctor Fabián Todeschini, para plantearle mi inquietud sobre lo acontecido y hacerle conocer ciertas anomalías inherentes al personal de enfermería. Promete investigar y dar respuesta. La que hasta la fecha quedó en el mutismo, sin importales el daño moral, psicológico y espiritual que causaron. Frente a la vergüenza ajena, que está latente, agazapada en mí (sin reparar que se trata de un colega) me queda la satisfacción de pensar que el que calla otorga. Dios se apiade y haga justicia.
DNI 3.177.263
enviar nota por e-mail | | |