 | lunes, 24 de noviembre de 2003 | La voluntad de sorprender y deslumbrar La gran potencia del montaje de esta puesta de Eduardo Condell de la obra "El Principito" hace posible que absolutamente nada de lo que ocurre en el escenario quede librado al azar, y en menor grado también, a la imaginación. Desde el avión del piloto francés estrellado en el desierto de Sahara, hasta el niño inocente que es transportado por una bandada de pájaros, se advierten claramente gestos de la producción que tienen la razonable intención de sorprender y deslumbrar a los espectadores, especialmente a los más pequeños.
Asimismo, el montaje materializa aquello que en realidad fue narrado en un texto escrito en 1943 en Nueva York, una lograda suerte de resignificación de las imágenes que despertó esta obra en los millones de lectores que accedieron a esta exitosa fábula. enviar nota por e-mail | | |