| sábado, 22 de noviembre de 2003 | | El periodista que perdió el escepticismo El ex movilero rosarino, estilo CQC, fue a Venado Tuerto para cubrir la llegada de Kirchner, Reutemann y Obeid. Aguardó en el aeródromo la llegada del presidente y mientras bebía café sin parar. El Lole hizo su arribo una hora y media antes que el patogónico y deambulaba por el predio como uno más. El periodista, que nunca fue fanático del Lole, observaba cómo el mandatario provincial mantenía un contacto fluido con la gente y cómo ésta le expresaba afecto. "La verdad es que pensé que era parco", dijo más tarde el escéptico, ya instalado en un bar y ante varios conocidos. Entonces el propio gobernador se asomó a la puerta y dijo: "Acá sí que están bien ubicados". Acto seguido el presidente comunal electo de Chovet tomó la palabra: "Gobernador, venga a tomar un café que lo invito", a lo que el Lole contestó que iba al baño pero luego regresaba. Entre dientes el periodista le dijo al de Chovet: "Lo único que falta es que venga a tomar un café con nosotros". Pasaron tres minutos y se hizo realidad. La única silla vacía estaba al lado del periodista. El Lole la ocupó y charló con todos y también con el escéptico, quien minutos antes sospechaba de su sencillez y ahora no salía de su asombro. "No es ni remotamente como lo imaginaba", dijo finalmente el hombre de prensa, quien reconoció que a la hora del contacto cara a cara el gobernador tiene un discreto e inesperado encanto.
| Cuando la limosna es grande hasta el policía desconfía El hombre de las rutas había descansado lo suficiente en Murphy, café de por medio, cuando decidió seguir viaje hacia Rosario. A la altura de una localidad del sur santafesino y por la ruta 33 se encontró con un precario puesto policial. Fiel a su estilo callejero, no quiso problemas. Los uniformados le hicieron el pedido legendario de la moneda para la yerba y sin más vueltas sacó de su bolsillo un billete que él creía que era de dos pesos. Al llegar a Firmat, y tras revisar las cubiertas con un adornado palo salteño, descubrió que el billete entregado era de cien pesos y no uno de dos como suponía. Sin pensarlo el camionero pegó la vuelta hasta el puesto policial y le explicó al uniformado que se había confundido de billete. El policía no tuvo problemas en cambiárselo aunque le aclaró al transportista que a él ya le parecía raro semejante desprendimiento de divisas. Lo que dejó helado al hombre del asfalto fue la escueta explicación: "La verdad es que pensé que el camión era robado". Gajes del oficio, que le dicen.
| No siempre es difícil encontrar consuelo Se sabe que las fuerzas policiales, y más aún los rangos menores, atraviesan una delicada situación económica parecida a la de millones de argentinos. Lo que nunca se imaginó el automovilista amigo de esta columna fue el ofrecimiento que le hicieron en un puesto policial ubicado en cercanías de Maggiolo. El hombre que a menudo recorre las rutas del sur santafesino y por ende es conocido de casi todos los uniformados que atienden los puestos camineros no salía de su asombro ante la oferta policial. Esta vez no fue el pedido común de la moneda para el café, la yerba u otros asuntos sino que en esta ocasión se trataba de una generosa oferta, casi imperdible. "Te puedo vender consoladores y si querés te muestro uno que tengo de 25 centímetros", le espetó el uniformado, a lo que el automovilista respondió de manera sutil. "No, gracias, pero si querés te puedo apuntar algunos clientes de la zona", dijo para sacarse de encima el engorroso asunto. Aún hoy el hombre recuerda la anécdota, en los bares de Venado Tuerto, del extraño ofrecimiento policial realizado hace unos quince días. Está claro que en este país con un solo trabajo no alcanza. | | | | "Nadie en el colectivo me defendió, ni siquiera el chofer" Silvina, 57 años Fue asaltada y golpeada en un coche de la línea 122 | Ver noticia | | Sagitario - 22/11 al 21/12 | | | |